Cientos de sacos de documentos, previamente pasados por las trituradoras de papel, quedaron esperando ser quemados en la sede de la Stasi. El Instituto Fraunhofer de Berlín se sirve ahora de un programa de última generación para recomponer aquellas carpetas a partir de millones de pequeños fragmentos. La computadora 'ePuzzle' se ocupa de ensamblar el mayor rompecabezas de todos los tiempos.
Era el invierno de 1989 y, apenas cayó el Muro de Berlín, los mandos de la temida policía de la RDA ordenaron destruir toneladas de documentación. Eran los millones de archivos sobre ciudadanos de la Alemania del Este espiados por los agentes, por los vecinos, la evidencia del trabajo sucio. Parte del material fue efectivamente quemado, pero resultó técnicamente imposible deshacerse de tal cantidad de expedientes.
Cuando los manifestantes tomaron al asalto la sede de la Stasi, fueron abandonados miles de documentos que componen hoy un archivo nacional que cualquier alemán puede consultar. Quedaban además por catalogar entre cuatro y seis millones de fragmentos de papel, la mayoría de un tamaño menor al de un sello de correo, despojos de documentos rasgados a mano, a toda prisa, o triturados, almacenados en bolsas que no dio tiempo a quemar.
El ordenador que acaba de asumir la ingente tarea de recomponerlos ha sido programado por el mismo equipo que inventó el mp3 bajo la dirección de Karlheinz Brandenburg y se basa en la misma metodología para comprimir el material: suprimir los elementos no identificables para manejar con más soltura los archivos digitales, aunque el ingenio informático no ha podido deshacerse del todo de la colaboración de la mano de obra humana.
Cada fragmento, por pequeño que sea, primero debe ser planchado y escaneado. Después se le asigna un fichero de computadora en el que se consigna cualquier tipo de información sobre, por ejemplo, el color del papel, escrituras a mano o a máquina impresas en él, tipo de letra y de tinta, así como cualquier acrónimo que pueda ser significativo en una identificación o para relacionarlo con otros fragmentos. Y ahí comienza el trabajo de 'ePuzzle', dotado con programas de identificación creados ad hoc y que funcionan de forma similar a los de reconocimiento facial. Es entonces cuando las imágenes de los pequeños fragmentos comienzan a moverse en las pantallas gigantes a modo de hormiguero en plena actividad, en una frenética actividad en la que las piezas del puzle se buscan entre sí.
También se recomponen grabaciones
Pero no solamente se recomponen documentos escritos. En una oscura habitación de la antigua sede de la Stasi, un ordenador se encargaba de digitalizar miles de horas de grabaciones de pinchazos telefónicos para transcribir las conversaciones y aquellas cintas abiertas también fueron abandonadas. En este caso no hay que reconstruir sino fecharlas e identificar voces de quienes fueron espiados.
"ePuzzle está dotado de programas de reconocimiento de voz y, lo que nos resulta aún más útil, de amplificadores de sonido que nos permiten desplazar a primer plano de audio sonidos secundarios como la radio en el coche o el programa de televisión que las personas espiadas estaban viendo en su casa. Eso nos permite acotar fechas y entornos y a partir de ahí empezar a elaborar fichas", explica Katri Jurichs, encargada de los documentos sonoros.
Bertram Nickolay, responsable de la investigación en papel, asegura que "cada uno de los fragmentos encierra una historia humana y conmovedora. Siempre hay datos muy personales y nos incomoda el voyeurismo que exige nuestro trabajo, pero sabemos que esas personas que fueron espiadas están ahí fuera y tienen derecho a saberlo".
FUENTE :http://www.elmundo.es/elmundo/2012/09/26/navegante/1348664352.html