Por fin se dejan de lado los saltos dobles y las pistolas láser para volver al polvo y el plomo y Activision nos da una campaña épica
Creo que más una cuestión de edad que de vejez. Para bien o para mal, soy de una generación a la que la primera trilogía de Star Wars le pilló muy joven y la segunda remesa le llegó ya con el gusto hecho. Me gusta el sonido del percutor y de los casquillos cayendo al suelo y no me cabe en la cabeza que un fusil dispare rayos láser. Por eso, el retorno de la saga Call of Duty a los orígenes de la Segunda Guerra Mundial me pareció una buena noticia desde su revelación y las sensaciones se han confirmado después de probar la nueva entrega de Activision.
Escuchar los deseos de los jugadores puede a veces cortar la imaginación de los estudios y llevarles a estancarse. Sin embargo, hay ocasiones en que bajar al terreno y escuchar a la comunidad tiene muy buenos resultados. Y eran muchos los que pedían a Call of Duty que pusiera los pies en la tierra, en sentido literal. Para naves y odiseas espaciales, los seguidores de Activision ya tienen Destiny. Hacía falta ya dejar de lado los saltos dobles y llenarnos de polvo y pólvora.
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