Todo gira en torno a la Polar
Encabeza casi cualquier lista de las estrellas y constelaciones más famosas de nuestro cielo, pero la estrella Polar no es una de las más brillantes, como Sirio o Arturo. Su color tampoco destaca —otras como a gigante roja Antares, son mucho más llamativas—; y tampoco es la más cercana —esa es Alfa Centauri—. Entonces, ¿por qué es tan famosa? ¿Por qué se llama así y dónde podemos localizarla?
Encabeza casi cualquier lista de las estrellas y constelaciones más famosas de nuestro cielo, pero la estrella Polar no es una de las más brillantes, como Sirio o Arturo. Su color tampoco destaca —otras como a gigante roja Antares, son mucho más llamativas—; y tampoco es la más cercana —esa es Alfa Centauri—. Entonces, ¿por qué es tan famosa? ¿Por qué se llama así y dónde podemos localizarla?
Pese a no destacar por su brillo, la estrella Polar (también conocida como Polaris) es la estrella más brillante de la constelación de la Osa Menor. Se puede localizar con relativa facilidad sobre el punto cardinal Norte (siempre que estemos en el hemisferio norte, porque en el hemisferio sur no es visible).
Utilizando las dos estrellas Merak y Dubhe, de la constelación de la Osa Mayor, es fácil encontrar la estrella Polar.
Si nos fijamos en el Sol desde que sale —aproximadamente por el este—, veremos que va subiendo durante la mañana hasta su máxima altura con el horizonte, que oportunamente llamamos mediodía (pues han pasado tantas horas de luz como las que quedan para la puesta). Conforme avanza la tarde va bajando hasta ponerse por el horizonte —aproximadamente por el oeste— y al final del día su trayectoria ha dibujado un arco.
Si nos quedamos observando el cielo ya entrada la noche y anotamos la posición de las estrellas más brillantes, veremos que al cabo de unas horas hacen el mismo movimiento que el Sol: unas estrellas se pondrán por el oeste, otras nuevas saldrán por el este y todos los astros del firmamento se moverán siguiendo este patrón. ¿Todos? No, todos excepto uno: la estrella Polar.
Todo el cielo da vueltas alrededor de la estrella polar.
EL EJE DE GIRO DEL CIELO
La explicación para este inmovilismo de la Polar está en la mecánica celeste: esta estrella está en el eje de rotación del cielo. Imaginemos una rueda de bicicleta, un tocadiscos con un antiguo LP o cualquier disco que gire, ¿Hay algún punto donde podamos poner el dedo y que no se mueva mientras el disco gira? El truco está poner el dedo en el eje de giro, la velocidad en el centro es cero y a medida que separamos más el dedo, aumenta la velocidad lineal (al aumentar el radio de giro).
La estrella Polar está en el eje de giro del cielo, es por ello que es el único astro que nunca se mueve de su sitio. Si la localizamos y anotamos su posición, podemos volver unas horas después, días, o años y la encontraremos siempre en el mismo sitio. Las demás estrellas varían su posición y lo más probable es que las encontremos en otras partes del cielo, pero la Polar no se habrá movido.
El eje de rotación de la Tierra es una línea imaginaria que pasa por los polos, por el centro del planeta y se prolonga aparentemente hasta llegar a la estrella Polar.
La única forma de ver a Polaris moverse de su sitio es viajar. Cuanto más al sur viajemos, más baja se verá, más cerca del horizonte; hasta llegar al Ecuador, donde se ve rasante al horizonte. Y cuando viajamos al norte, ocurre lo opuesto: se ve más alta en el cielo. En el Polo Norte ocurre una singularidad, la estrella se ve justo en el punto más alto del cielo, el zenit, de ahí su nombre. En ese punto, es la estrella que está en el centro del cielo.
Y no solo se trata de una curiosidad, esta variación de posición, dependiendo del lugar de observación, le da un uso más que interesante. Observadores en el Polo Norte la ven a 90º, los que están en el Ecuador a 0º y en latitudes intermedias va variando proporcionalmente: la altura en grados de la estrella Polar sobre el horizonte siempre coincide exactamente con la latitud geográfica.
UNA BRÚJULA INFALIBLE
En las primeras exploraciones marítimas, las únicas referencias que se podían usar para conocer la posición eran las astronómicas. La estrella Polar fue una de las mejores: solo con verla se podían deducir los cuatro puntos cardinales (como una brújula infalible en el cielo) y calculando su altura en el cielo se podría saber la variación de latitud con respecto el puerto de origen y si era al norte o al sur. Especialmente útil fue entonces un instrumento conocido como astrolabio, de fácil construcción, que ayudó a los marinos durante siglos a saber su posición en el mar.
Astrolabio construido en latón por el matemático Ibrahim ibn Sa’id al-Shali (1067).
Otro instrumento igualmente es útil es el nocturlabio, que usando la posición de la Polar con respecto la estrella Kochab da la hora solar durante la noche; es la misma información que un reloj de Sol, pero se puede usar de noche. Todo esto es muy útil hasta pasar el Ecuador. A partir de ahí, la Polar se deja de ver; por eso en el hemisferio sur el astrolabio y el nocturlabio dejan de funcionar.
Desafortunadamente, sobre el Polo Sur no hay ninguna estrella brillante tan bien alineada como Polaris. Simplemente es mala suerte. Pero siempre es posible localizar el polo sur celeste si sabemos identificar la Cruz del Sur, que está muy cerca, utilizando diversos trucos. Durante la noche, esta constelación realiza un pequeño giro alrededor del polo sur celeste. Esto en principio puede despistar, pero hay un truco para nunca “perder el sur”: unir la Cruz del Sur con las Nubes de Magallanes. Este es un homenaje a la importancia de la astronomía para la navegación, y en concreto para uno de los más grandes exploradores marítimos de todos los tiempos, el portugués Fernando de Magallanes.
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