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Formateo rápido:
Este es un tipo de formateo que se introdujo con Windows XP y que reduce sensiblemente el tiempo que se tarda en formatear una unidad.
Si nos atenemos a lo que es realmente formatear un disco, el formateo rápido no se puede entender como tal, ya que lo único que hace es eliminar la tabla de archivos y crearla de nuevo, pero sin eliminar el contenido del disco ni comprobar su integridad, y es este el motivo por el que es tan rápido.
Este tipo de formateo es aconsejable tan solo en discos nuevos o cuando estemos totalmente seguros de que están en perfecto estado, sin problemas de ningún tipo (virus incluidos), y no es compatible con modificadores que impliquen la sobre escritura del disco (normalmente para hacer inaccesible la información que pudieran contener).
Formateo normal (o largo):
Es el tipo de formateo de siempre. Se trata de un proceso muchísimo más lento (dependiendo del tamaño de la unidad puede llegar a tardar horas), pero a diferencia del formateo rápido, en este caso no solo se elimina y crea de nuevo la tabla de archivos, sino que se elimina todo el contenido de la unidad (lo que no quiere decir que no sea posible recuperar esta información) y se analiza la integridad del disco, marcando los clúster que no estén bien para no ser utilizados.
Es el tipo de formateo que se debe hacer siempre que se formatee por tener problemas con el disco duro (incluidos problemas causados por virus), y en este caso sí admite modificadores de sobre escritura (a fin de eliminar totalmente cualquier información y hacerla inaccesible por completo).
Este tipo de formateo tiene un inconveniente, y es que es muy lento (como ya he dicho, dependiendo del tamaño de la partición a formatear puede tardar horas).
Ahora bien, repito que en ninguno de ambos casos el trabajo del disco es ni tan siquiera igual al que realiza en un uso normal durante ese tiempo. Es más, el trabajo de algunas partes (cabezas lectoras, por ejemplo) es bastante inferior, ya que en un formateo normal el acceso a los sectores es secuencial (desde el primero al último), sin desplazamientos de búsqueda, y en un formateo rápido ni tan siquiera realiza acciones de escritura o lectura de datos, tan solo los relativos a la tabla de archivos.
Formateo a bajo nivel:
El formateo a bajo nivel (que, por cierto, muchos confunden con el formateo normal) es un tipo especial de formateo que, a diferencia de los otros, afecta a la estructura del disco. Se trata de un tipo de formateo que se realiza mediante herramientas especiales, normalmente disponibles en las webs de los fabricantes de discos duros, aunque algunas placas base antiguas incorporaban una opción para realizarlo en el Setup.
Este tipo de formateo, que es lentísimo (bastante más que un formateo normal), sí que elimina totalmente la información del disco, haciendo esta irrecuperable, pero además, a diferencia de un formateo normal, en el que se marcan los clúster defectuosos para no ser utilizados, el formateo a bajo nivel tiene la propiedad de poder recuperar (siempre que sea posible, claro está) estos clúster o sectores, ya que los reescribe de nuevo.
No es recomendable abusar de este tipo de formateo, pero es una buena opción ante discos con defectos en su estructura que no han sido posible corregir con un formateo normal, cuando hayamos tenido un muy serio problema con algunos tipos de virus o bien cuando un disco haya tenido un ciclo muy alto de lectura/escritura en toda su superficie.
Pero el que no sea recomendable abusar de este tipo de formateo no se debe a que el disco tenga un mayor desgaste al hacerlo (que en este caso si lo tiene, pero es casi despreciable), sino sobre todo a que durante este proceso queda expuesto a una serie de vulnerabilidades que lo pueden inutilizar y al tratarse de un proceso muy lento el tiempo que está expuesto a estos riesgos es muy alto. Hay que tener en cuenta que en este caso sí que se toca la estructura del propio disco, definiendo y volviendo a crear las pistas de los discos.
Aunque en discos antiguos se notaba una mejora en la velocidad después de este tipo de formateo, en discos modernos no está muy claro que esta mejora se produzca, y menos en los mismos niveles que en discos antiguos.
Es también una opción cuando no se puede acceder al disco, aunque no siempre nos va a solucionar el problema, ya que tan solo lo solucionaría en caso de que no se pueda acceder por un problema en el sistema de archivos o en la superficie de los discos magnéticos, pero nunca si se trata de un problema en la placa del disco o buen de un problema físico (motor de giro o de los cabezales). Por supuesto, para esto es condición indispensable que el Setup (BIOS) reconozca el disco.
Por lo demás, realmente un disco duro no suele necesitar nunca hacerle un formateo a bajo nivel, pero en el caso de que sea necesario se debe hacer siempre con la herramienta que facilite el fabricante de dicho disco, procurando evitar incluso el uso de algunos programas o herramientas de uso genérico para este fin.
A diferencia de lo que ocurre con un formateo lógico, en el que podemos formatear tan solo una partición del disco, en un formateo a bajo nivel siempre se va a formatear la unidad física, es decir, todo el disco duro.
Después de realizar un formateo a bajo nivel el disco no está listo para usarse, siendo necesario particionarlo y formatearlo nuevamente, pero esta vez con un tipo de formateo lógico (ya sea normal o rápido, aunque insisto que en estos casos siempre es preferible hacer un formateo normal).
Bueno, como hemos podido ver el formatear una unidad no supone ningún desgaste extra del disco ni afecta para nada a su duración. Vamos a ver ahora algunas cosillas relativas al formateo. Algunas son consejos y otras son datos a tener en cuenta.
1º.- Desde Windows podemos formatear todas las unidades... salvo la que contiene el sistema o partes de éste. El sistema operativo se auto protege evitando que se pueda hacer un formateo de la unidad donde se encuentra estando activa dicha unidad. Esto no siempre ha sido así, pero hace bastante tiempo que todos los SO (al menos los que conozco) llevan este tipo de protección.
2º.- Hablando de Windows, siempre es conveniente formatear desde el propio Windows, con las herramientas que para eso tiene. Las excepciones a esta norma son aquellas unidades que necesitan programas especiales para formatearlas, como unidades de alta capacidad en formato FAT32 (Windows solo puede formatear unidades en este sistema de hasta 37GiB aproximadamente) o algunas unidades de memoria Flash, que deben ser formateadas con los utilidades que el fabricante facilita (es el caso de memorias para cámaras, móviles o MP3 y MP4).
3º.- Lo dicho en el punto 2º es especialmente importante cuando se trate de la unidad donde va a estar instalado el sistema. En este caso sí que debemos crear la partición y formatearla siempre desde el mismo instalador de Windows. Además, son ganas de trabajar dos veces recurrir a un programa externo (que en algunos casos es hasta bastante caro) para hacer una operación que se hace más fácil, más rápida y con mejores resultados desde el propio instalador.
4º.- Cuando formateamos perdemos los datos, por lo tanto debemos asegurarnos antes de que tenemos una copia de aquellos que nos van a ser realmente necesarios, sobre todo de los que no nos va a ser posible reemplazar. Es cierto que mediante programas específicos se puede recuperar la información tras un formateo, pero este proceso no siempre es fácil ni se recuperan todos los archivos, y ya saben lo que pasa con la ley de Murphy: Si algo puede salir mal, saldrá mal, y si hay algún archivo que no se pueda recuperar va a ser precisamente el que más necesitamos y menos posibilidades de recuperar por otros medios tenemos.
5º.- Windows ofrece suficientes protecciones contra el formateo accidental y pregunta unas cuantas veces si estamos seguros de que queremos formatear. Los formateos por error no existen, siempre son por no prestar la suficiente atención a los mensajes que se nos muestran en la pantalla.
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