Te puedo hablar de mi caso en concreto:
Yo era un chico normal, más bien tirando a feito. Eso sé que no tiene nada que ver, pero cuando mucha gente te da de lado, pues te encierras en ti mismo. Yo me dediqué a leer, a meter cosas dentro de mi cabeza, porque sabía que tarde o temprano todo eso podría servir para algo. Si bien los demás estaban todo el día con las chicas, como ninguna me hacía caso, pues nada, a mi mundo interior.
Siempre me fue mal con los estudios, en casa eran broncas continuas. Mi padre quería que yo fuera lo que él nunca fue; para colmo tenía una hermana que es una fuera de serie, sacaba todo sobresaliente, y claro, así no había forma. Me costó horrores sacarme los estudios básicos, y para colmo me metí en una ingeniería.
Descubrí que tengo un don para la informática cuando, en cierta ocasión, mis padres necesitaron una aplicación para un comercio que ellos tenían. Yo conocía un amigo que se dedicaba a programar, y que nos cobraría 70.000 pesetas (bufff, qué tiempos aquellos) por hacerlo. El problema vino que cada vez que el programa se espatarraba (por culpa de la mala programación), me cobraba 10.000 pesetas por arreglarlo. Le pagué 2 veces, y la última, dejó el codigo fuente oculto en un directorio, y se acercó a su casa para no se qué, tiempo que aproveché para copiárselo y guardarlo a buen recaudo. Cuando él se fue, me dediqué a empaparme y comprender aquel lenguaje. Era RM-COBOL 85, y mejoré tanto el programa que aún funciona (evidentemente, no en el comercio de mis padres, que lo cerré hace ya 10 años).
Descubrí que si le ponía tanto interés a las asignaturas de la carrera como el montón de horas que le dedicaba a la programación, sería capaz de sacarla, y así lo hice. Luego completé mi formación escribiendo novelas y relatos cortos de ficción, sacando todo lo que había leído anteriormente, previamente rumiado; y cuando mi autoestima mejoró lo suficiente como para sentirme normal, me convertí en todólogo.
No soy más inteligente, para nada. El hecho que tenga mi propia empresa, sin ayuda de nadie, dando siempre el 200% de lo que el cliente me pide, utilizando mis horas libres para investigar nuevas formas de hacer las cosas (incluso algunas no relacionadas con la informática), no me hace ni ser más adinerado, sólo soy inquieto, sin miedo al futuro (es muy largo de contar...) y con ganas de llegar al límite de mi cerebro.
En mi caso, la curiosidad, ese saber más, experimentar, no tener miedo a ver qué descubres...
Y te digo más, cuando tenga hijos, estimularé esa curiosidad por aprenderlo todo.
Bonita historia, creo que muchos de aquí nos identificamos con esas ansias de conocimiento.
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