Un hacker entró como si fuera “un juego de niños” en las cuentas de correo electrónico de seis eurodiputados, elegidos al azar. Además, entró también en la mensajería de cuatro asistentes, dos representantes de los grandes partidos e incluso de dos trabajadores de los servicios informáticos del Parlamento Europeo. Tuvo acceso a sus corrreos y contactos, ya que accedió a ellas también a través de sus teléfonos móviles. Así lo confirmó el pirata informático al medio francés Mediapart, en el que ha relatado que su objetivo es denunciar la fragilidad de Estrasburgo a la hora de proteger electrónicamente a los representantes políticos. No ha querido revelar su identidad por miedo a represalias.
Entre los seis parlamentarios cuyas cuentas han sido violadas se encuentra el italiano Aldo Patriciello, del Popolo della Libertà. Su asistente ha confirmado que ha recibido un aviso este mismo jueves de que la Eurocámara había sufrido “un intento de ataque” y que el equipo del político italiano debía cambiar todas las contraseñas, tanto de los equipos como de las cuentas de correo electrónico. Su reacción ha sido de “rabia”, porque si se confirma que alguien ajeno a la Eurocámara ha tenido acceso a “documentos delicados”, sería un escándalo “gravísimo”.
Con su revelación, el hacker busca situar en el centro del debate la seguridad de las tecnologías de la información, sobre todo de cara a las elecciones europeas. Su principal queja va dirigida a Microsoft, la empresa encargada de los sistemas informáticos de la cámara. El informático ha llegado incluso a describirlos como “ridículos”, por la facilidad con la que ha burlado su “débil” seguridad. El suceso llega después de que saliera a la luz que diversos líderes mundiales habían sido espiados por la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, según el exanalista Edward Snowden, y de que el Parlamento Europeo creara una comisión de vigilancia para evaluar hasta dónde había llegado el espionaje.
El hacker ha asegurado que no entró en informaciones confidenciales y que accedió a sus cuentas de forma aleatoria, con el único propósito de demostrar que “cualquier persona con conocimientos que se pueden obtener en Internet” puede burlar la seguridad del Parlamento Europeo. La operación fue diseñada desde un espacio público “cercano a la sede en Estrasburgo”, ha confesado el pirata informático. Lo más complejo, ha explicado, fue conseguir que los teléfonos móviles de los eurodiputados se comunicaran a través de la señal de wifi de su portátil, con la que obtuvo sus contraseñas.
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