Uno de los experimentos más extremos de la era digital lo puso en marcha Paul Miller, un redactor de tecnología del blog The Verge, conectado permanentemente y cuyo trabajo consistía en probar todo tipo de juguetes tecnológicos.
Ya hemos hablado en un post anterior de su misión: No conectarse a Internet durante todo un año. Pues bien, el año ha pasado, la misión ha concluido y nuestro hombre vuelve al redil (léase a Internet) con el rabo entre las piernas.
Poco ha quedado de los tintes épicos de los primeros meses de su experimento -él mismo reconoció que por un momento fantaseó con la idea de ser una especie de salvador de la humanidad que revelaría al mundo cómo Internet era una especie de maleficio que estaba "corrompiendo su alma".
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