La desconfianza de los ciudadanos en la política y en quienes la ejercen es un problema común en numerosos países. A quienes administran la cosa pública se les achaca a menudo vivir alejados del mundo real. Además, los escándalos de corrupción no ayudan a mejorar esta impresión desfavorable.
Consciente del descrédito de quienes han sido escogidos por el pueblo a través de las urnas, por un lado, y del potencial de la comunicación 2.0 para incrementar la transparencia en cualquier ámbito, por otro, el estratega y experto en marketing Ken Mueller ha propuesto desde su web, InklingMedia, un curioso método para garantizar la integridad y honradez de los representantes públicos a través de las redes.
¿Se trata de una invitación a los políticos para que demuestren que no tienen nada que ocultar o de una monitorización equiparable a la de un reality show? Es decir, ¿se pretende activar la auténtica participación o propiciar una sociedad de espías y voyeurs? En su fórmula, el experto, que vive en Estados Unidos, nación presidida por Barack Obama, la figura que revolucionó la política en internet, no habla de las empresas periodísticas. Todo lo concibe sin intermediarios.
A su entender, los cargos electos deberían estar obligatoriamente en Facebook y Twitter, no solo por un compromiso institucional, sino para que los ciudadanos dispusiesen de la posibilidad de ver cómo se relacionan con sus familiares y amigos. De este modo se desvanecerían las dudas sobre si han contratado a alguien que escriba por ellos en estas páginas.
Igualmente, opina Mueller, los políticos tendrían que estar registrados en Foursquare. Los electores sabrían así dónde están sus representantes en cada momento. Por ejemplo, a la hora de intervenir en una votación en un órgano democrático, a muchos les costaría justificar su ausencia.
Las cámaras de sus smartphones estarían conectadas a Instagram. Las fotografías que tomasen con sus móviles deberían ser publicadas automáticamente, sugiere este comunicólogo norteamericano. Sería una manera de descubrir sus intereses y de comprobar si son verdaderamente aptos para gobernar.
Sus actividades cotidianas, pero también consejos relacionados con sus libros y películas favoritos o recetas de cocina e ideas de decoración de interiores, entre otros, figurarían en sus tableros de Pinterest. Lo mismo ocurriría con las listas de reproducción de canciones en Spotify, añade el especialista. Como se recuerda en InklingMedia, “se aprende mucho de ellas”. E incluso de sus listas en Yelp, para rastrear qué establecimientos buscan en la red.
Ya se trate de un ayuntamiento o del propio congreso, las iniciativas legislativas podrían someterse al criterio de la gente a través de mecanismos de crowdsourcing y crowdfunding. Resultaría provechoso conocer cuáles son las prioridades de los particulares, reflexiona Ken Mueller.
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