Entidades como el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra, el de Suecia o el de China están estudiando emitir una moneda digital para combatir el crecimiento del bitcoin.
Los bancos centrales ya han manifestado en muchas ocasiones su desconfianza en torno al bitcoin. Los argumentos en contra de esta moneda se basan esencialmente en su volatilidad y en la posible utilización para eludir impuestos, ocultar financiación irregular o blanquear capitales.
Como respuesta al auge de dicha criptomoneda, la Comisión Europea debate una propuesta para que el Banco Central Europeo experimente con un euro virtual. Igualmente, los bancos centrales de Inglaterra, Suecia o China están estudiando la emisión de su propia moneda digital.
Si las iniciativas prosperan, contribuirían a la reducción de transacciones en metálico, una actuación en línea con la lucha contra el dinero negro que se promueven desde los organismos de gobierno estatales. Y también pretende frenar el uso del bitcoin como medio de pago.
Aunque las divisas digitales emitidas por los bancos tengan puntos en común con el bitcoin, serán un instrumento totalmente distinto. “El bitcoin es un sistema totalmente distribuido sin autoridad central. Todas las monedas propuestas que vengan desde una autoridad central difícilmente se parecerán al bitcoin. Lo que quieren es una moneda virtual pero el BCE no renunciará a ser quien controla la emisión de euros”, afirma Jordi Herrera, profesor de Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC.
Además, remarca que el bitcoin supone un “cambio de equilibrio de poderes”, dando el poder a los usuarios, que se convierten en responsables de su dinero. Y esta circunstancia tiene un lado bueno y otro malo. La ventaja es que “el banco no puede hacer un corralito”, indica Herrera. Pero el inconveniente es que si el dinero no se guarda bien, “pueden quitártelo o puedes perderlo”.
Otro aspecto negativo del bitcoin, que presumiblemente no existiría con las monedas digitales ‘oficiales’, es su volatilidad, ya que “todavía está en un proceso de maduración”, declara August Corrons, profesor de Estudios de Economía y Empresa de la UOC. Dicha volatilidad se explica, en parte, por la especulación. “Se está utilizando poco como moneda de cambio, para comprar y vender, y más como moneda de inversión”, asegura Herrera.
En cuanto a la vinculación del bitcoin con la elusión fiscal, la financiación irregular o el blanqueo de dinero, los expertos de la UOC opinan que es más fácil perseguir el delito con bitcoins que con dinero en efectivo. “Se alerta de estos comportamientos delictivos por el temor que despierta un sistema distribuido sin organismos de control centrales. La realidad es que las transacciones sobre blockchain son inmutables y, por lo tanto, irreversibles; públicas y transparentes, no anónimas”, especifica Marc Rocas, investigador del grupo de investigación Dimmons (IN3-UOC).
Corrons reconoce que los bitcoins sí se utilizan en algunos casos para delitos como blanqueo de capitales o elusión fiscal, pero indica que “gran parte de la solución pasaría por el freno en la emisión no declarada de criptomonedas y por una mínima identificación de los usuarios vinculados a las transacciones llevadas a cabo”.
Por otro lado, hace hincapié en que el bitcoin no tiene soporte físico, por lo que se puede falsificar, como sucede en el caso del papel moneda. Además, reseña que el hecho de que no se haya emitido por un organismo central “impide los efectos perversos de la emisión monetaria actual en forma de deuda bancaria”.
Los profesores del UOC creen que el bitcoin “tendrá una capacidad de utilización mucho mayor” en el futuro, por lo que los bancos centrales deberán ‘mover ficha’ “para no perder su espacio económico”.
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