La aerolínea holandesa KLM ha puesto en marcha un programa denominado Conocerse y Acomodarse, que permite a los viajeros subir detalles de sus perfiles de Facebook o LinkedIn y usar los datos para elegir compañeros de asiento.
“Durante al menos 10 años hemos estudiado el fenómeno de los descubrimientos casuales y si sería posible aumentar las posibilidades de conocer a alguien interesante a bordo”, dice Erik Varwijk, director gerente responsable del departamento de pasajeros de KLM. “Pero no disponíamos de la tecnología”.
Ahora que Facebook dice tener casi 500 millones de usuarios activos (más de 60 veces los ocho millones de personas que vuelan cada día), KLM y otras aerolíneas están seguras de que muchos de ellos estarían dispuestos a compartir sus perfiles a cambio de la oportunidad de conocer a alguien con un interés común o que podría dirigirse al mismo destino.
El año pasado, Malaysia Airlines presentó MHBuddy, una aplicación que permite a los usuarios que reserven y facturen a través de la página de Facebook ver si alguno de sus amigos estará en el mismo vuelo o en su ciudad de destino al mismo tiempo. La plataforma, que afirma tener 3.000 usuarios activos cada mes, permite también a los que ya son amigos elegir asientos contiguos.
Y las aerolíneas no son las únicas que están apostando por esta idea. Planely, una nueva empresa danesa, permite a los usuarios registrados que envíen sus itinerarios ver los perfiles de LinkedIn de otros que irán en los mismos vuelos. Desde que empezó a funcionar, a finales de 2010, Planely ha conectado a más de 1.500 viajeros, según su consejero delegado, Nick Martin.
Satisfly, con sede en Hong Kong, permite a los usuarios enviar información de sus perfiles, así como de sus “estados de ánimo” de cara al vuelo —si preferirían conversaciones sobre el trabajo o charlas informales— y otros detalles como los idiomas que hablan y las preferencias sobre los posibles compañeros de asiento.
El servicio de KLM sólo está disponible para los viajeros con reservas confirmadas. Tras seleccionar la cantidad de información personal que quieren compartir, a los pasajeros se les presentan mapas de asientos que muestran dónde están sentados otros que también han compartido sus perfiles. A continuación, podemos reservar el asiento contiguo al de alguien que parezca interesante y esa persona recibirá un mensaje con los detalles de nuestro perfil.
Aunque no es posible “rechazar” a una persona que haya elegido sentarse a nuestro lado, podemos seleccionar otro asiento hasta dos días antes del vuelo.
El cómico neoyorquino Dan Nainan, de 30 años, cuenta que está deseando probarlo. “Si la gente puede elegir junto a quién se sienta, es más que probable que vaya a mostrarse amable y abierta y dispuesta a conversar”, dice.
Pero Kaamna Bhojwani-Dhawan, fundadora de un sitio web para padres que viajan con niños, dice que la tendencia le resulta “desconcertante”. “Mi objetivo es terminar el vuelo sin perder la cabeza... o a alguno de mis hijos”, dice Bhojwani-Dhawan, de 32 años.
Los analistas admiten que los “asientos sociales” probablemente atraigan sobre todo a viajeros de negocios en ruta hacia ferias de muestras o a mochileros en busca de compañeros de viaje, aunque hasta estas situaciones tienen sus peligros.
“Pobre del inversor al que le toque sentarse con un tipo de una empresa recién creada que busca capital”, dice Jeff Jarvis, cuyo libro Partes públicas versa sobre las relaciones en Internet.
Varwijk, de KLM, dice que su aerolínea todavía no ha promovido activamente el programa de elección de asiento, que inicialmente solo se ofrece en los vuelos entre Ámsterdam y Nueva York, San Francisco y São Paulo. Hasta ahora, solo han participado unos 200 pasajeros, dice, pero a menos que surjan problemas graves, la aerolínea espera ampliar el servicio a todos sus vuelos intercontinentales esta primavera. “KLM ve las redes sociales como un medio de sacar partido a una parte diferente de las vidas de sus clientes”, explica Henry H. Harteveldt, analista del sector del transporte.
Aunque algunas aerolíneas han optado por el camino opuesto y atienden a los pasajeros que simplemente quieren abrocharse el cinturón de seguridad y que les dejen solos. Por unas tasas que van de los seis a los 60 dólares, Air New Zealand, AirAsia X de Malasia y Vueling de España, por ejemplo, permiten a los pasajeros pedir que los asientos contiguos se queden vacíos. Si el vuelo acaba llenándose, el cargo adicional se devuelve.
FUENTE :http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2012/04/11/actualidad/1334165899_516290.html