A pesar de que Android domina el mercado de smartphones y tablets en todo el mundo, los encargados de llenar nuestros dispositivos inteligentes de apps anteponen, por norma, su lanzamiento en el sistema de Apple.
Durante años, los desarrolladores de aplicaciones han decidido diseñarlas primero para iOS, el sistema operativo que comparten todos los dispositivos de Apple, y relegar la versión para Android a un segundo plano. El plan de actuación tradicional es adaptarlas una vez hayan tenido éxito en la plataforma de los de Cupertino. No se trata de una cuestión elitista, ni de un capricho de estos profesionales: un razonamiento lógico respalda su predilección.
En primer lugar, los propietarios de iPhones y iPads suelen procurar más ingresos a los creadores de las aplicaciones. Si bien la Play Store de Google ganó en descargas en el tercer trimestre de este año, en la tienda de Apple se gastó más. Según la consultora App Annie, especializada en este tipo de herramientas, la facturación que registró la App Store superó en un 60% a la de su competidora en este mismo periodo, por lo que es más rentable lanzar una app en iOS aunque sume, a priori, menos instalaciones.
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