Las redes sociales pueden acercarnos en un abrir y cerrar de ojos a millones de personas de todo el mundo, algo que nos puede hacer sentir que no estamos solos y que hay personas en otros lugares pasando por algo parecido o que tiene los mismos gustos.
Al mismo tiempo, nos exponemos a diferentes tipos de estímulos y conductas que podrían ser perjudiciales para nuestro bienestar. Eso es lo que le ocurrió a Molly Russell, una adolescente inglesa de 14 años que se suicidó en 2017. Tras este horrible incidente sus padres comenzaron a indagar en sus redes sociales y se encontraron que visitaba publicaciones sobre suicidio y depresión.
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