Durante mucho tiempo, Linux se ha asociado a algo diferente y complicado de usar, algo a lo que no todos los usuarios pueden acceder. Sin embargo, lejos de la realidad, la principal característica de este sistema operativo es que es capaz de cualquier cosa. Hasta el punto de poder imitar a prácticamente cualquier otro sistema operativo, como Windows o macOS, de manera que no solo pueda adaptarse a las necesidades de cualquier usuario, sino que reduce considerablemente la curva de aprendizaje. Y aunque hay varias distros que hacen esto, una de las más fieles a la estética de Windows es Fenix OS.