Una carrera de prestigio, una novia formal y no dar mucho que hablar. Los padres parece que lo tenemos claro en lo que respecta al devenir de nuestros hijos, pero en esta vida uno no tiene muy claro por dónde le vienen los tiros y si alguien afirmara a los progenitores de Félix Kjellberg que aquel zángano se haría millonario algún día a fuerza de hacer caso omiso de las broncas de su madre, no lo creerían fácilmente.
¿Queréis carrera? Pues carrera. Nuestro protagonista cursó a la fuerza los estudios universitarios que tanto ansiaban sus padres, pero las horas en clase de la facultad ubicada en la ciudad de Gotemburgo pasaban pesadamente para nuestro haragán particular que soportaba como podía el tono monocorde de los diferentes profesores que hablaban de temas tan inteligibles como sombríos para el joven sueco. Menos mal que al terminar la jornada se encerraba en su cuarto y ahí sí, daba rienda a su talento, consistente en… jugar a videojuegos.
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