Es uno de los componentes más importantes, eso no admite discusión, pero también uno de los que más dudas genera. La memoria RAM ha jugado siempre un papel fundamental en el mundo de la informática por tres grandes razones: puede limitar en gran medida el rendimiento del sistema y su vida útil, puede afectar al correcto funcionamiento de otros componentes (cuello de botella) y delimita, además, la carga de trabajo que podemos afrontar de manera simultánea.
Antes de nada vamos a ver qué es exactamente la RAM y cómo funciona, ya que nos servirá de base para todo lo que vamos a exponer más adelante. Se trata, como dijimos, de un componente que junto a otros como el procesador y la tarjeta gráfica determinan el potencial de un PC. La memoria RAM almacena (forma no persistente) datos e instrucciones que han pasado previamente por otros componentes, como el procesador, y los mantiene para que cualquier componente que los necesite pueda acceder a ellos sin tener que repetir ningún ciclo de trabajo.
Sé que a simple vista puede parecer un tema complicado, pero la verdad es que resulta muy sencillo de entender si lo ilustramos con ejemplos apropiados. Piensa, por un momento, en un PC equipado con 4 GB de memoria RAM. Este equipo podrá ofrecer una buena experiencia de uso con aplicaciones no muy pesadas, y también con juegos de la generación anterior y con aquellos que llegaron durante la primera etapa de la transición que marcaron Xbox One y PS4, pero no podrá mover de forma fluida títulos triple A actuales, de hecho algunos ni siquiera llegarán a arrancar.
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