Barcelona no tomará el testigo de Valencia. Al menos por ahora. No acogerá este verano la edición española de la Campus Party, con siete mil personas frente a su ordenador durante una semana, una de las más sonadas y multitudinarias fiestas del planeta en torno a internet: ocio, creatividad, cultura... El proceso ha resultado muy precipitado para sacar adelante un proyecto demasiado caro, demasiado costoso para el erario público. Un millón de euros es hoy por hoy mucho dinero.
Además, la página web de la organización del Campus Party ya anuncia que el aeropuerto berlinés de Templehof albergará a finales de agosto una edición europea y especial del certamen. Una circunstancia que contribuye a diluir aún más las posibilidades de una inminente fiesta barcelonesa.
Continúan las negociaciones de cara al año que viene. Las puertas de Barcelona siguen abiertas. El objetivo es vincular este sarao a la capitalidad barcelonesa del mundo del móvil. Ello implicaría rediseñar los contenidos de la Campus Party. Y, sobre todo, y esta es la intención del Consistorio, hallar nuevas vías de financiación del certamen, abrirlo al sector privado y aligerar así el coste público.
Ninguno de los actores implicados quiere descartar de manera definitiva a la capital catalana como futura sede del encuentro. Pero ahora no es el momento. La idea tiene que madurarse. Las instituciones públicas ni consideran oportuno ni pueden permitirse ahora un gasto no programado previamente que ronda el millón de euros.
Y, por supuesto, no están dispuestas a comprometerse por cinco años con un proyecto gestado en apenas un par de meses. Y es que, al menos hasta ahora, la idea del Campus Party de Barcelona se ha movido sobre todo por el campo de los deseos y de las urgencias.
Los problemas económicos valencianos acabaron esta primavera con el idilio que mantenían la ciudad del Turia y el Campus Party. Y Telefónica, uno de los patrocinadores, postuló en mayo la posibilidad de una candidatura barcelonesa. Las infraestructuras del Fòrum podrían ser un escenario ideal.
Pero, explica en su blog uno de los cofundadores del Campus Party, Paco Ragageles, sin las alianzas estratégicas que ofrecía Valencia esta concentración de expertos es inviable. "La entrada de los campuseros costaría veinte veces más", escribe. Ahora Ragageles pone sus esperanzas en "terminar las excelentes negociaciones abiertas con Barcelona a través de la fundación Mobile World Capital. Es la intención de todas las partes firmar un convenio a cinco años que dé estabilidad a Campus en España y nos permita contar con presupuestos e infraestructuras para realizar una campus extraordinaria".
El entusiasmo de Ragageles por un compromiso de un lustro se antoja, por ahora, al otro lado de la mesa de negociaciones, exagerado. Aún se dan los primeros pasos. El nuevo horizonte es el año que viene.
FUENTE :http://www.lavanguardia.com/tecnologia/20120620/54314367697/barcelona-campus-party.html