Ha empezado el verano y con él regresan dos de los principales enemigos de tu teléfono móvil: el agua y el calor. En el segundo de los casos es fácil que el terminal se recaliente, especialmente en las horas centrales del día si no se tiene especial cuidado.
La temperatura óptima a la que debe estar un móvil es entre 15 y 20 grados centígrados, algo muy complicado durante estos meses que tenemos por delante. Al alcanzar los 35 ó 40 grados, el teléfono puede empezar a sufrir, en especial sus componentes, incluyendo la batería. Por lo tanto, este sería el límite en el que uno debe empezar a proteger el smartphone.
A esas temperaturas, componentes como la batería sufren en exceso y pueden acabar por averiarse, no en vano durante el verano se triplica el número de averías en dispositivos móviles y buena parte de culpa la tiene la exposición de estos al sol y lugares muy cálidos.
Si cuentas con una app para ello, esta puede avisarte del sobrecalentamiento, aunque muchas veces basta con tocar el teléfono para darse cuanta de que zonas como la de la mencionada batería están ardiendo. Si esto ocurre, lo mejor es apagar unos instante el móvil hasta que se enfríe, tal y como explican desde Andro4All. Otras webs especializadas, como Xataka, ofrecen una serie de consejos específicos para el verano, entre los que se encuentran, bajar el brillo, evitar usos muy prolongados o apps exigentes, limitar el procesador. Es decir, reducir el rendimiento del terminal en general.
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