Después de levantar polémica en otros países de Europa, las plataformas de 'sugar dating' se expanden por España. Se dirigen sobre todo a universitarias
Patricia M. R. es una chica de 18 años que quedó el otro día en Barcelona con un hombre mayor al que conoció mediante una aplicación de 'sugar dating', un anglicismo que en español se traduce como "mujeres jóvenes y atractivas seducidas por varones de mediana edad con una buena posición socioeconómica".
Según cuenta a El Confidencial esta estudiante de Filología Inglesa en la Ciudad Condal, antes había usado otras plataformas como Tinder para conocer chicos, pero pronto se decantó por este otro tipo de aplicaciones. A diferencia del ligoteo convencional, 'online' u 'offline', convertirse en una 'sugar baby' le ofrece la posibilidad de disfrutar de unos estándares de vida a los que de otra forma no podría acceder. Obtiene algo más... pero a cambio de algo más.
En realidad, este tipo de prácticas está hecho del mismo material que los reservados de las discotecas, pero nunca hasta ahora habían encontrado tanta exposición pública. Por ello, el ‘sugar dating’, que en España entró hace relativamente poco tiempo pero se ha extendido bastante, está siendo tildado de prostitución encubierta. Está claro qué nombre recibe acostarse con desconocidos a cambio de dinero, pero no está tan claro si hacerlo a cambio de una cena en el restaurante más exclusivo de la ciudad cruza o no esa línea roja.
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