Todo empezó el 15 de diciembre con una llamada al 091. Una persona que no quiso dar su nombre informó a la Policía Nacional de un hallazgo sorprendente cuando robaba en una vivienda. Comenzó así el caso del buen ladrón y el presunto abusador de niños; un suceso que ha llamado la atención de los jienenses durante las últimas semanas y que, de momento, mantiene a un acusado de pedofilia en la calle, a un joven ladrón que quiso ser héroe imputado, y a un vecindario que le apoya e impide al presunto pederasta volver a su casa.
El joven Pedro José llamó aquel domingo de diciembre a la policía para decirles que debajo de un coche aparcado en la Avenida de Andalucía de la capital jienense hallarían un paquete con cintas de vídeo que contenían material escabroso. Una patrulla de la Policía Nacional comprobó que era cierto. Además de tres cintas de vídeo con imágenes de abusos sexuales a niños, el sobre marrón contenía una nota escrita a ordenador: “He tenido la desgracia de que han caído las cintas en mis manos y me veo en la obligación de presentarlas dejando que ustedes hagan su trabajo y puedan meter a ese… en la cárcel de por vida”.
El caso sonaba extraño: un delito que destapaba otro delito. Las evidencias desencadenaron la operación Fénix, que acabó con la detención de un presunto pederasta, Antonio, de 64 años. Él no negó los hechos, incluso se comprobó que puso una denuncia el 6 de diciembre porque habían entrado por la ventana a su domicilio y le habían robado algunos electrodomésticos, si bien no dio cuenta de las grabaciones ni de la cámara desaparecidas. En el registro de su domicilio se encontró más material inculpatorio. También se registró la Asociación Juvenil Fénix de la que Antonio fue fundador en 1981 y en cuya sede contactaba con los menores.
Por las cintas, la policía identificó cuatro casos de abusos sexuales a menores de entre 10 y 16 años de edad. Una de las víctimas admitió que empezó en el año 1989. Según la investigación policial, el acusado se ganaba la confianza de los menores en las instalaciones deportivas en las que entrenaba a un equipo de fútbol sala y convencía a los menores para ver juntos películas pornográficas. El detenido además grababa a los menores con una cámara camuflada en una caja de cartón. No constaba denuncia de los padres.
LA DETENCIÓN DEL LADRÓN
Dos semanas después el ya conocido en los medios de comunicación como “buen ladrón” hizo otra entrega de material con el mismo método: llamada de teléfono a la policía para decir el lugar donde había escondido las cintas bajo un vehículo estacionado en la vía pública. La buena voluntad de Pedro José para que la policía detuviera a un presunto delincuente, no impidió que los agentes le siguieran la pista para detenerle a él. “Lo teníamos perfectamente identificado, se estaba buscando -afirma el portavoz, Diego Moya-. Fuimos hasta tres veces a su domicilio y no se encontraba en el mismo”. El acoso policial dio resultado. El 22 de enero, después de un mes siendo famoso pero no conocido, Pedro José fue voluntariamente a la comisaría “me imagino –dice Moya- que aconsejado por su abogado, y se entregó. Se le tomó declaración y se pasó a disposición judicial”, precisamente al Juzgado de Instrucción número 3 de Jaén que también lleva el caso del presunto pederasta.
Una vez que cumplió con la ley, Pedro José explicó a los periodistas por qué lo hizo: “Me llegaron a los oídos rumores y rumores y rumores, y veo que nadie hace nada y yo tengo familia pequeña en la calle que está poco transitada por coches y sale la gente a jugar. Tenía miedo a que le pasara algo a mi familia porque ese es un peligro para la sociedad. Después de los rumores me dio por investigar, me metí en su casa a ver lo que había, pero en ningún momento me metí a sacar beneficio para mí. Simplemente a encontrar pruebas porque sabía que algo pasaba”.
Su arrojo tiene una doble vertiente: para los vecinos fue una hazaña, para la policía y la justicia: un delito. Una de sus vecinas, la joven Jennifer, expresa lo que los muchos piensan: “Este hombre -el presunto pederasta- era muy raro. Veíamos cosas raras. Ahora todos somos el ladrón porque todos estamos con él. Gracias al ladrón a este sinvergüenza lo han pillado. Si no es gracias al ladrón este sinvergüenza sigue haciendo daño a muchísimos niños como lo estaba haciendo”. Lo extraño es que un secreto a voces se mantuviese tres lustros sin descubrir. Evidencias, según Pedro José, había: “Gente llegando a su casa escondiéndose para entrar, cosas que dices… aquí hay algo. Y me picaba la mosca hasta que… Pero que no entré en ningún momento para hacerle daño, ni quitarle nada de sus cosas ni nada, simplemente para encontrar lo que he encontrado”.
Y lo que encontró le impactó: “Tres días que para mí se quedan: dolores de estómago, iba al servicio mucho, no podía dormir… Imágenes me venían a la cabeza… Porque yo tengo familia chiquitilla y yo no me imagino que se lo hagan a ellos… Cosas muy fuertes”. Un material muy valioso para la policía, pero inútil para la justicia. El mismo día en que se entregó Pedro José, Antonio salió de prisión por decisión del juez y con el beneplácito de la Fiscalía. El presunto culpable de pedofilia, tras un mes en la cárcel, está en libertad provisional con cargos porque las pruebas, al ser robadas, no son válidas y el que las aportó, Pedro José, está pendiente de juicio. Y hay más. De las cuatro víctimas que declararon abusos, en tres casos ocurrieron hace más de quince años y por tanto el delito ha prescrito. Una situación que ha provocado la reacción de los vecinos.
LA SALIDA DEL PRESUNTO PEDERASTA
Cuando Antonio quiso dormir en su casa, los colindantes se rebelaron y la policía se vio obligada a protegerle y llevárselo. Así pasó su primera noche libre “durmiendo en la sala de espera de la comisaría de policía -confirma el portavoz Diego Moya-. A la mañana se fue porque está en libertad y puede hacer lo que quiera, nosotros no podemos hacer nada”. Desde entonces sólo se sospecha que está en casa de un familiar; la suya, cubierta de pintadas con insultos y acusaciones, ha sido escenario de varias protestas pidiendo su marcha del barrio, con pancartas; “No queremos al pedófilo, ¿dónde está la justicia?”, y temores; dicen estar preocupados por los niños que corretean las populosas calle del barrio que está en el casco antiguo de la capital jienense.
Hasta el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha emitido un comunicado para recordar que “no surtirán efecto las pruebas obtenidas, directa o indirectamente, violentando los derechos o libertades fundamentales” y en el caso concreto de Jaén, “una persona que reconoce haber sido el autor de un delito consistente en acceder sin autorización judicial a la vivienda del imputado con la única y exclusiva finalidad de encontrar pruebas que incriminen al imputado y hacerlas llegar a la policía. Este hecho provoca que las grabaciones de las que deriva la investigación puedan ser consideradas pruebas ilícitas y no puedan ser tenidas en cuenta”.
El portavoz de la policía lo ratifica: “nadie puede entrar en el domicilio de una persona aunque sea consciente de que pueda haber ese material que, según la declaración de él, no lo sabía. Decía que eran comentarios en el vecindario, que se estaban cometiendo estos delitos por parte del presunto pederasta en el domicilio. Hay otros caminos. Aquí recibimos denuncias anónimas prácticamente todos los días y esas denuncias se investigan”. La réplica de Pedro José: “Yo sé que lo he hecho mal, pero yo no iba con ningún fin de llegar a ningún lado. Yo simplemente quería que pasara lo que ha pasado: que lo pillaran, que hubiera pruebas contra él y que se lo llevaran de ahí, que era un peligro para la sociedad”.
De momento lo ha conseguido y sus vecinos se lo agradecen, como afirma Jennifer: “Aquí en la calle todos estamos con él porque lo que ha hecho no lo podría hacer nadie, ni tendría el valor de hacerlo nadie”. Pedro José no se arrepiente: “La verdad es que estoy muy orgulloso de mí. Sé que es un delito y lo siento por eso, pero sólo quería sacar las pruebas para poder meterlo en la cárcel, porque había muchos rumores y al final los rumores son ciertos”. ¿Repetiría? “Si es para un acto de estos sí, pero para delinquir nunca más lo haría”.
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