En el video mostraron cosas incendiadas cayendo, o por lo menos una, que parecía un jet. Escuché decir que había globos, pero no sé si fue una opinión o una afirmación, aunque da igual en caso de que no quieran admitir que era un platillo volador.

“El espacio aéreo sobre Los Ángeles explotó como un volcán”, dijo un testigo. Otros informaron de enjambres de aviones que tronaron sobre la ciudad a gran altura o a baja altura, persiguiendo a transeúntes inocentes. Se dice que alrededor de cuatro aviones enemigos fueron derribados, incluso se dice que uno cayó en un cruce de calles en Hollywood.

Cuanto más disparaban las baterías antiaéreas, más noticias emocionantes llegaban de todo el tramo de costa, cuyos habitantes sintieron de pronto que habían sido trasladados al frente. Las balas trazadoras y los reflectores bañaban la noche con una luz fantasmal, el ruido de las armas hacía el resto.

Cuando se aseguraron las huellas del ataque a la mañana siguiente, pronto se supo que los supuestos restos de la bomba eran restos de proyectiles antiaéreos estadounidenses. Las cinco personas que no sobrevivieron a la noche tampoco fueron víctimas de aviones japoneses que volaban a baja altura, sino de accidentes de tráfico o habían muerto de ataques cardíacos como resultado de la emoción.

El secretario de Marina de los Estados Unidos, William F. Knox, habló de una “falsa alarma” en una conferencia de prensa, que, sin embargo, no fue adecuada para calmar la mente. Cuando necesariamente respondió que sí a la pregunta de si tales ataques eran posibles, surgieron otras teorías de conspiración. Las instalaciones industriales de la ciudad deberían trasladarse de la costa al interior, dijo.