Ya falta muy poco:
InSight ha aterrizado con éxito en Marte para la primera misión espacial que estudiará el interior del planeta y averiguará si está completamente muerto o aún alberga algo de actividad en sus entrañas.
La nave de la NASA ha entrado en la fina atmósfera marciana a 20.000 kilómetros por hora para sufrir los llamados “siete minutos de terror”, el tiempo durante el que ha tenido que frenar lo suficiente como para posarse en la superficie de Marte a la velocidad de una persona andando rápido. El aterrizador pesa 360 kilos, con lo que no ha podido usar el sistema de airbags que emplearon los robots Spirit y Opportunity, más ligeros. La nave ha aprovechado el rozamiento con la envoltura de gases marciana para bajar de velocidad hasta los 1.500 kilómetros por hora. Cuando estaba a unos 12 kilómetros de la superficie, ha desplegado el paracaídas. A 1.000 metros de altura, este se ha desprendido y han entrado en funcionamiento el radar y un sistema de inteligencia artificial que ha usado sus datos para controlar la intensidad de 12 retropropulsores para realizar la última fase de frenado hasta los ocho kilómetros por hora. El aterrizaje, tal y como estaba previsto, se ha registrado a 20:54 de este lunes, hora peninsular española, y la primera señal de radio desde la superficie del planeta rojo ha tardado en llegar a la Tierra ocho minutos más.
La nave entrará en la fina atmósfera marciana a 20.000 kilómetros por horaTodo el equipo de la NASA ha celebrado el éxito de esta primera fase de la misión, ya que se trataba de un complejo proceso de aterrizaje gobernado por "medio millón de líneas de código de programación. Cualquier sistema que no funcionara o lo hiciera a destiempo podría haber echado a perder la misión”, ha resaltado Jorge Pla-García, astrofísico del Centro de Astrobiología (CAB) y operador de la estación meteorológica a bordo de la misión, que ha sido fabricada en España.
InSight se ha posado sobre la planicie de Elysium, posiblemente el lugar más aburrido de la superficie marciana: llano, polvoriento, sin apenas accidentes geográficos, pero muy seguro para el aterrizaje e ideal para el objetivo principal de la misión. Unos 40 días después de tomar tierra un brazo robótico depositará sobre el suelo uno de los dos instrumentos principales de la misión: un sismómetro "cuyo péndulo es capaz de detectar movimientos de una cien mil millonésima parte de un metro", explica Pla-García. Este instrumento será el primero de la historia capaz de detectar movimientos sísmicos —martemotos— y también impactos de meteoritos a kilómetros de distancia.
Al segundo instrumento le apodan el topo: un percutor que penetrará hasta cinco metros en el suelo marciano dejando sensores de temperatura en su camino. Con estos instrumentos se podrá averiguar si Marte está completamente muerto desde el punto de vista geológico o aún conserva algo de vida geológica y térmica. Esta misión puede aclarar las dimensiones de la corteza, el manto y el núcleo del planeta, que es rocoso como la Tierra. Es posible que las capas externas del núcleo hechas de hierro fundido se hayan solidificado, lo que a su vez habría debilitado el campo magnético y habría permitido que el viento solar se llevase buena parte de la atmósfera del planeta, reduciendo drásticamente las posibilidades de que pueda haber vida en la superficie.
La zona de aterrizaje "es perfecta para que haya remolinos y tormentas de polvo"“Sabemos que en el pasado hubo gran actividad volcánica durante largos periodos de tiempo, de hecho Marte tiene los volcanes más grandes del Sistema Solar, algunos más altos que el Everest”, explica Alberto González-Fairén, investigador del CAB, y de la Universidad Cornell (EE UU). “Al ser más pequeño que la Tierra, lo que implica una relación entre la superficie y el volumen mucho mayor, Marte se enfrió mucho más rápido, y cualquier tipo de actividad geológica que hubiera podido tener cesó poco a poco. InSight nos dirá si aún queda algo de energía residual y cuándo dejó Marte de estar activo”, explica.
El punto de aterrizaje de InSight es perfecto por una razón más. Uno de los objetivos de la estación meteorológica a bordo de la nave es saber en qué momentos hay menos viento y se pueden tomar mediciones sísmicas más fiables. “Esta zona es perfecta para que haya remolinos, que alcanzan hasta 40 kilómetros por hora, y tormentas, que pueden llegar a los 120 kilómetros por hora, pues al contrario que en la zona en la que está el Curiosity, dentro de un cráter, esta es un área totalmente desprotegida”, explica Pla-García. Tras el aterrizaje de hoy será la primera que haya dos estaciones meteorológicas desplegados en Marte (Insight y Curiosity) desde las sondas Viking de los años 70. Ambas estaciones han sido desarrolladas en España.
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