Las opciones son cuatro. Convertirse al islam, pagar un impuesto de protección, irse de la ciudad o morir. Los cristianos que quedan en Mosul (Irak) se están enfrentando a una nueva clase de discriminación desde que el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) tomó el control de la ciudad en junio. Además de recibir un ultimátum de conversión o muerte, los militantes islamistas radicales han empezado a marcar sus casas con la letra N en árabe (ن), por nazareno, el nombre peyorativo que reciben. La idea es hacerlos resaltar para facilitar el maltrato y obligarlos a mudarse fuera de la ciudad.
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