Mucha tele y mucha tableta, sin embargo, los gadgets para vestir y las aplicaciones para la salud ganan adeptos... y espacio. Un 40% más de presencia en esta edición del CES. Una de cada 10 empresas presentes tienen relación con salud y bienestar físico.
Pulseras como la Fuelband de Nike, Misfit o Force Fitbit son solo el comienzo. Qardio, por ejemplo, promete un modelo que captará si la persona no solo anda, sino si se agacha o mueve los brazos.
Se ha mejorado la apariencia de estos sensores, menos horteras y más discretos, ligeros y, lo más importante, baratos. En tres años el aparato de fitness bajará a 70 euros de media, menos de la mitad de lo que cuestan hoy. Sin contar con que los smartphones ya llegan con aplicaciones gratuitas para medir el ejercicio físico.
Los complementos de salud son una necesidad. En los próximos cinco años, el sistema sanitario norteamericano gastará un 142% más en este tipo de productos y en servicios de software ligados a la salud. Más de 40 millones de aparatos se vendieron el pasado año, pero crecerá hasta los 70 millones en cuatro años, generando unos ingresos de 7.000 millones de euros en 2018, cuatro veces más que en el pasado.
La línea entre los aparatos para la salud y los destinados al ejercicio físico se va diluyendo. Un ejemplo es la firma deportiva Reebok, que por primera vez asiste al CES. Presenta CheckLight, un gorro con sensores para captar lesiones en la cabeza por golpes producidos practicando deportes como el hockey sobre hielo. En el caso de Inizio Zamzee anuncia, en asociación con la aseguradora médica UnitedHealthcare, un aparatito de apenas 20 euros destinado a los niños y que permite monitorizar sus constantes vitales. Es la línea a seguir. Fitbit también tienen acuerdos con aseguradoras para que el aparatito los lleven sus asociados.
Es la mejor prueba de la importancia que el sector va a tener: todos se quieren apuntar. Como LG, que lanza una banda de fitness que muestra la información en el móvil. O el de Lively que proporciona sensores para pastilleros y frigoríficos que chivan al médico (y al seguro) si su paciente cumple las prescripciones o come a las horas debidas.
“Estamos pasando de una sociedad centrada en el médico a otra centrada en el paciente”, explica Samir Damani, fundador de MD Revolution. “Estamos tratando de darle a la gente el control de su salud”.
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