El jueves, César Miralles era nombrado director general de Red.es, la entidad española encargada de promover el uso de las TIC. Hoy daba una entrevista en RTVE, y el titular me ha llamado muchísimo la atención.
“Apostaremos por el software libre como alternativa al de pago”
La iniciativa es muy loable, implantar el software libre en la administración es una asignatura pendiente desde hace mucho tiempo. Sin embargo, hay un ligero error de percepción en esa frase: contraponer el software libre al de pago.
Lo cierto es que, a pesar de que estemos acostumbrados a lo contrario, el software libre puede costarte dinero. Ya no estamos hablando sólo del coste de implantación (Linux no se instala él solito). Es perfectamente plausible pagar por una copia de un software libre. De hecho, ¿cómo creéis que Stallman se finació a sí mismo y a la FSF durante los primeros años del movimiento del software libre? Vendía copias de su software.
Para mí, como informático (o intento de ello), es importante hacer esta distinción. El desarrollo de software no es gratis. A pesar de que parezca que lo que hacemos es pulsar teclas al azar, con algún insulto ocasional al ordenador, es un asunto muy complejo. Plantear que el software libre tiene que ser gratis es un error de bulto y minusvalorar todo el trabajo que hacemos. Si bien es cierto que gran parte del software libre se publica de forma gratuita, no existe una dicotomía que nos haga elegir entre compartir el conocimiento del software para que otros lo estudien y mejoren, y ganar dinero con ese mismo software.
El negocio detrás del software libre se caracteriza por la oferta de servicios adicionales al software. Eso es lo que dicen. Esa frase debería comenzar con Ahora mismo. Hay otras formas de ganar dinero con el software libre más allá de dar soporte o de implantar el producto.
Por ejemplo, las tiendas de aplicaciones móviles facilitan muchísimo cobrar por software libre. Por ejemplo, distribuyes tu aplicación de pago en Play Store y al mismo tiempo mantienes el código fuente en Github con una licencia abierta. Se puede hacer (os lo digo por experiencia): juegas con la pereza de la gente. Es más fácil pagar uno, dos euros que bajar el código, compilarlo, pelearse con él para instalarlo y repetir el proceso con cada actualización. Está, por supuesto, el tema de la piratería, pero ese es un problema de valoración del software y no tanto de que sea libre o propietario.
También está, por supuesto, pagar a una empresa para que desarrolle características nuevas para un programa. Donde más posibilidades de éxito tendría es en el mundo de las empresas: pagas para que ese software de gestión de personal también tenga X función que necesitas para adaptarlo a tu empresa. En el mundo del usuario común es más difícil de llevar a cabo, aunque el crowdfunding podría ayudar (sitios como Bountysource se dedican a ello).
El software libre no es sólo cuestión de dinero
No quisiera acabar esta reflexión sin comentar que las declaraciones de César Miralles pueden dar a entender que la Administración debería implantar el software libre sólo por dinero. Podría decirse incluso que es una concepción equivocada: no hay que subestimar los costes de una migración de este estilo, la formación a los nuevos usuarios, el tiempo perdido… A largo plazo es posible que el software libre ahorre dinero, pero sólo si se gestiona bien.
Para mí, hay una cuestión más relevante para implantar el software libre en la Administración, una cuestión no práctica, sino más bien filosófica. Deberíamos fomentarlo para evitar depender de una única empresa y para que los ciudadanos tengamos más información sobre cómo funciona nuestra Administración; y porque es la forma de que los ciudadanos seamos “propietarios” de ese software por el que hemos pagado cuando se ha adaptado o creado para la ocasión.
Más información | GNU Project – Vendiendo software libre http://www.gnu.org/philosophy/selling.html
http://www.genbeta.com/actualidad/software-libre-software-de-pago