En noviembre de 2014, WhatsApp introducía el cifrado de extremo a extremo para proteger la comunicación entre sus usuarios. Aunque los mensajes intercambiados siguen la ruta emisor – servidor – receptor, en los servidores de WhatsApp es imposible revisar el contenido de las conversaciones, o así lo aseguran desde la compañía, gracias a que las claves de este cifrado sólo se comparten entre los extremos, es decir, tanto el emisor como el receptor. Y ahora, si no actualizamos la aplicación, dejaremos de poder leer mensajes. Un movimiento más en favor de la privacidad.
Aunque ya hace más de un año -bastante más- que se implementó este cifrado de extremo a extremo, la compañía de Mark Zuckerberg ha permitido la coexistencia de usuarios que utilizan el cifrado y los que no. No es una cuestión de configuración, porque el cifrado viene habilitado por defecto y sin posibilidad de desactivarlo, sino una cuestión que atañe a la versión de la aplicación. Y sí, aún hay quien utiliza una de las versiones de WhatsApp anteriores a la implementación de este sistema de cifrado.
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