¿Te acuerdas de la primera vez? En mi caso, sí que recuerdo
la primera vez que navegué en Internet. No hablo de la primera en que me enseñaron qué era aquello, casi sin dejarnos tocar: “Mirad, entráis en internet, buscáis en Yahoo lo que quieras y te aparecerá, ¿qué queréis que busquemos?”. Y, efectivamente, lo más recóndito, lo que a críos de 16 años les parecía muy oscuro o poco conocido, aparecía. Era asombroso, aunque hoy sea rutina.
Como decía, no hablaba de ese momento: ese me llegó acompañado de mi primer vistazo a Internet Explorer, pero no llegué a tocar el teclado. Para mí, el primer contacto con la red llegó con Netscape, en una conexión compartida en la Universidad, aún muy lejos de todo lo que llegaría después. Muy lejos incluso de que a Netscape se le acabara la buena estrella… o se la apagaran mediante una buena dosis de abuso de poder.
Hagamos algo superficial pero nada vulgarNunca agradeceremos lo suficiente al aburrimiento lo que puede hacer por nosotros. En el caso de Netscape fue fundamental para comenzar a
darle vida al proyecto de un navegador. Internet, a principios de los 90, se usaba sobre todo para fines académicos o gubernamentales. Precisamente en Kansas, en su universidad, Lou Montulli se aburría, como también se aburría Eric Bina. Ambos conocían a Marc Andresseen, quien tenía en mente la manera de mejorar el acceso a las webs que ya existían.
Andresseen veía que si se podía crear una herramienta para que
navegar por aquella información fuese más sencillo, podrían cambiar muchas cosas. Mosaic empezó a crecer. A su alrededor, gente que se aburría en sus proyectos diarios fueron juntándose; talentos distintos en lugares distintos que compartían información sobre el proyecto y discutían su diseño a través del correo electrónico.
Aquel grupo de trabajo estaba totalmente desestructurado, funcionaba por la amistad y la pasión que tenían quienes eran parte de él: Montulli, Bina y un pequeño puñado de personas más. Pero fue Jim Clark, un empresario de tecnología televisiva, quien tuvo el dinero para unirlos a todos y para contratarlos bajo una misma empresa. ¿El objetivo: dar forma definitiva al
mismo producto con el que Jim Clark había estado un día entero jugando, absorbido por algo que aún no tenía nombre y que en breve se llamaría “navegar en internet”.
Surfin’ USA… y luego el resto del mundoEl navegador más conocido de la primera época de Internet junto a Internet Explorer
nació en 1994. Por aquel entonces se llamaba Mosaic, aunque en breve cambiaría a ese Netscape que dejó huella (y que también dio nombre a la empresa de Clark y Andressenn). Sin casi nadie más que le hiciese frente, Netscape consiguió en sus primeras versiones un éxito rotundo: estaba solo, pisando terreno no hollado por otros, lo que le daba libertad para probar lo que quisiera.
Navigator, la suite que incluía el navegador y el programa de correo, era la más habitual en cualquier ordenador que tuviera conexión a Internet, por muy raquítica que por entonces fuera (y en España, a mediados de los 90, los puntos de acceso a Internet no sólo eran escasos, sino que la palabra lento no hace honor a todo lo despacio que iban).
Mientras Microsoft intentaba recuperar el terreno perdido,
Nestcape Navigator le adelantaba a toda velocidad y, ya de paso, marcaba el ritmo de cómo había que hacer las webs: qué podían tener, los plug-ins que debían existir y a los que había que adaptarse…
Netscape
era una compañía de oro. El 9 de agosto de 1995, una fecha que la revista Fortune consideró como la chispa que inició el primer boom de Internet, aquella pequeña start-up de Silicon Valley quiso salir a bolsa y sorprendió a muchos: en un día pasó de 28 dólares por acción a 75 (cerró la jornada en 58) y convirtió a Internet en algo con lo que hacer dinero…
El signo frenético de los tiemposNetscape inauguró muchas cosas: además de
descubrir a un público mayoritario qué era aquello de Internet (y casi todos actuaban como esos quinceañeros alucinados a los que yo recuerdo), definió el navegador, la estructura básica de cara al público, algo que no ha cambiado en casi nada hoy. Internamente, los navegadores son muy distintos, pero muchos de los aspectos del diseño básico de Netscape permanecen.
Pero, además, Netscape como compañía casi
dio nacimiento al frenético ciclo vital de una compañía de Internet: pasar de cero a cien en poco tiempo, para acabar languideciendo durante años sin que nadie de los que la encumbraron o la disfrutaron la echen de menos, todo ello en menos de diez años.
Es el signo de los tiempos y quizás para Netscape pudo haber sido diferente. Pero
el declive comenzó precisamente un año después de su salida a bolsa: en agosto de 1996, Microsoft decidió tirar con bala y empaquetó a cada nuevo PC con Windows la versión 3.0 de su Internet Explorer. Para una compañía que aún se asentaba sobre arenas movedizas, como Netscape, aquel fue el primer mazazo. Pronto llegaron pérdidas cuantiosas y, especialmente, el olvido, el peor de los castigos por parte de los usuarios. Sin el músculo monopolístico de Microsoft y sus Windows, con Windows 98 repitiendo táctica, la cuota de mercado de Netscape se quedó en nada, pese a haber sido del 90% en sus mejores días.
Netscape tuvo que recular. En
enero de 1998 anunció que las futuras versiones de su navegador serían gratuitas y que
de ellas se encargaría Mozilla, una comunidad Open Source. Y así fue cómo, mientras ese mismo año AOL se hacía con el control de la primera gran estrella de Internet, Netscape consiguió ganarle la batalla al futuro plantando las semillas de Firefox. Quizás porque, en el fondo, lo que en Netscape siempre hicieron, más que negocio, fue sembrar nuestro futuro. Algo que era obvio incluso para un adolescente que se sentaba por primera vez ante Internet y que pinchó en aquel icono de la N y la rueda del timón.
(La línea cronológica completa de versiones de Netscape desde sus inicios hasta su final la encontraréis en
Silly Dog. Y la
revista Fortune tiene varios artículos dedicados a Netscape que han servido de fuentes a este post.)
FUENTE :http://www.genbeta.com/web/netscape-navigator-clasicos-del-software-viii