Después de las fake news –la versión cibernética de las paparruchas y los bulos de toda la vida–, los timos de príncipes nigerianos que nos han dejado una herencia millonaria y los seguidores falsos en redes sociales, ahora las métricas de tráfico de algunos sitios web y las cifras de descargas de algunas aplicaciones también puede que sean falsas.
El problema es que, según un informe de New York Magazine, más del 40% de todo el tráfico de internet no lo producen personas que visitan páginas o interactúan en redes sociales sino bots, programas que simulan la actividad humana en la red, con interacciones y movimientos del ratón iguales a los que hacen los visitantes humanos.
Para Josep Lluís Micó, profesor de Periodismo en la URL-Blanquerna y autor del libro Digital-ethical transformation, este cálculo se queda corto, por lo que “hay que empezar a asumir que internet es un espacio habitado no sólo por personas, sino también por software que cumple una serie de funciones, algunas de las cuales son beneficiosas y absolutamente legítimas”. En opinión de Micó, más o menos la mitad –o sea entre el 20% y el 25%– de este tráfico artificial son lo que se denomina impersonators, imitadores que asumen personalidades falsas para engañarnos y que hacen que no sepamos con quien nos estamos relacionando”.
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