La era del programador de videojuegos encerrado en su cuarto quedó atrás, la industria crece y demanda profesionales capaces de trabajar en equipo
"Papá, quiero dedicarme a desarrollar videojuegos”. Hace algunos años esta frase habría caído en los hogares como aquella de “quiero ser torero”, pero la realidad es que la industria del videojuego hace mucho que superó en cifras a la de la música y el cine juntas. Y no es la típica frase hecha que se escucha en el telediario de vez en cuando. El Libro Blanco del Desarrollo Español de Videojuegos 2017 lo reflejaba a través de los datos de la consultora Newzoo: La industria creció el pasado año un 10,7%, generando 116.000 millones de dólares a nivel mundial, de los cuales un 87% corresponden a los modelos de negocios digitales.
Los videojuegos han traspasado las barreras del entretenimiento puro para formar parte de otras áreas como la educación o el marketing, multiplicando las salidas laborales de todos aquellos que estén dispuestos a subirse a la ola. El mercado tiene una necesidad cada vez mayor de profesionales, mujeres y hombres con la formación y la experiencia necesaria para afrontar los retos de una industria que no deja de crecer y evolucionar. Precisamente esa capacidad de adaptación es una de las claves del éxito de la formación de videojuegos, que es una de las tendencias actuales a la hora de elegir una carrera “soñada”. El mundo del videojuego y su oferta laboral es global, así como su competencia. Y no somos los únicos a los que se les ha encendido “una lucecita” que nos dice que hay una oportunidad muy interesante ahí fuera para los que estudian este tipo de carreras.
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