El hecho de que China, su gobierno, esté detrás de un sistema operativo adaptado a las necesidades de sus ciudadanos, usuarios, es una noticia de especial relevancia. Dicho sistema, es una versión de Ubuntu -basado en Linux, de código abierto- en colaboración con la firma de software Canonical y se lanzará en abril. El sistema estará disponible para ordenadores y dispositivos móviles y también se utilizará en servidores, y será compatible con los caracteres chinos. En futuras versiones, herramientas de uso común en China, como los mapas de Baidu o las compras online de Taobao se irán añadiendo a sus funcionalidades. Se trata de un movimiento esperado porque si bien en la parte de contenidos y en la capa más superficial el gobierno chino ha actuado con determinación, en capas más internas ya era de extrañar la carencia de un comportamiento parecido.
En sistemas operativos no está todo dicho. El anunciado lanzamiento de Ubuntu Kylin en el próximo mes de abril, coincidiendo con la nueva versión Ubuntu 13.04, evoca la botadura de un gran transatlántico dispuesto a transportar por los mares del incierto futuro a todos aquéllos que anhelan poder llegar al Ítaca de su porvenir y no saben dónde embarcarse.
Han pasado más de diez años desde la salida de LinEx, que contando digitalmente es más de un siglo. LinEx, ilusión de Extramadura, fue una aventura pionera, ampliamente imitada, elogiada y denostada, como suele pasar a las obras grandes. Ahora parece sometida a una disimulada agonía.
Antes, bastantes grandes infraestructuras de soporte de lo social se sometían a normas tras más o menos sesudos y laboriosos procesos de normalización por “el bien común”. Así se construyeron carreteras, hospitales y hasta Escuelas Normales. Pero cambian los tiempos y los lenguajes, la “norma” se convirtió en “standard” y quedó estandarizada. Ahora ya lo normal es someterse al estándar sin tanta necesidad de normas. En las vitales infraestructuras de lo digital significa someterse a sus dueños, ya sean el Windows, Facebook o Whatsapp, y quedarse quietos, satisfechos, o bien sometidos por ellos. Nada menos que las infraestructuras conversacionales, engendradoras de lo social, en manos de un grupo concreto de propietarios.
Este mitológico Kylin, reencarnado como biznieto de Linux, no es ningún advenedizo sino que viene ya con su pequeño pan curricular bajo el brazo. Véase en esta vieja gaceta tecnológica de 2007 (columna izquierda, pág. 13), que por otra parte puede ser del interés de los amantes del software libre y las tecnologías abiertas. A nadie debiera sorprender a estas alturas que el díscolo (?¿) gobierno de los chinos siga en su manía, silenciosa, solitaria e incomprendida, de someter los estándares a normas de lo que asume como infraestructuras de sus sistemas educativo, administrativo, sanitario, económico, militar, etc.
No, Ubuntu Kylin 13.04 no parece ningún advenedizo nacido en un humilde garaje y dispuesto a comerse el mundo. Al parecer irá tirado por cuatro briosos motores: CSIP, Canonical, NDUT y CCN, alimentados con la más selecta y joven energía cognitiva, consorciada en el Laboratorio Mixto CCN. Es de esperar que en días venideros se hable bastante sobre este desarrollo que promete ser un servicio, en el sentido menos corrompido del término. Potencial ocasión para que la comunidad mundial defensora de la apertura tecnológica se embarque con los chinos en este empeño que, como emprendimiento, si triunfa en China será un triunfo para el mundo. En la Wiki de Ubuntu es posible seguir la aventura que merece la pena.
FUENTE :http://blogs.elpais.com/china-red/2013/03/china-intenta-crear-su-sistema-operativo.html