Una noche de marzo de 1983, el ingeniero Chuck Hall consiguió imprimir una pequeña copa de plástico negro con un nuevo método creado por él… Aquella madrugada creó lo que denominó como estereolitografía pero lo que no esperaría este estadounidense es que, 30 años más tarde, su invento causara verdadero furor por todo el mundo.
A día de hoy, su impresora 3D está cambiando la forma en la que creamos todo: desde juguetes y coches, hasta casas y sin olvidarse de su inestimable ayuda para la medicina. Desde su invención, este artilugio ha abierto un universo en tres dimensiones de infinitas posibilidades. ¿A qué se debe esto? Según decía su creador, a la mejora de los materiales y de la tecnología además de la reducción del propio precio de la máquina.
En un comienzo, los materiales se rompían con facilidad y la química no estaba tan avanzada como en la actualidad. Sin embargo, esta mejora ha conseguido que ahora se puedan crear plásticos realmente buenos y duros aunque, los materiales no se quedan ni mucho menos ahí… la variedad de estos también se ha multiplicado, hasta tal punto que se puede crear comida, coches y hasta casas. Es decir, se pueden satisfacer las necesidades básicas con este aparato.
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