El año pasado lo estrenamos con los ecos navideños del hackeo de los servidores de PlayStation y XBox, y tuvimos casos de filtraciones tan sonados como el de los 15 gigabytes de contraseñas de Pantreon y el de los 37 millones de perfiles de usuarios de Ashley Madison. Incluso nos hicimos eco de cómo podíamos contratar a nuestro propio hacker con sólo dos clicks.
Con estos ejemplos no es de extrañar que el 2015 haya sido un año en el que se ha batido un nuevo récord de megafiltraciones. No lo decimos nosotros, sino el Informe sobre amenazas a la seguridad en Internet o ISTR publicado por Symantec, y en el que España ha seguido subiendo puestos en el ranking global de fuentes de ciberamenazas.
Pero lo más llamativo del informe no sólo son las cifras ni que algunos viejos timos estén resurgiendo. Lo que de verdad llama la atención es que los ciberdelincuentes siguen profesionalizándose, y que no sólo cuentan con herramientas cada vez más sofisticadas, sino que se montan auténticos negocios para optimizar algunos de sus métodos.
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