Silicon Valley, ese conjunto de poblaciones dispersas cercanas a San Francisco y plagadas de compañías tecnológicas, ha forjado a lo largo de las décadas una cultura empresarial propia. Y una de las características más notables que tiene esta cultura es su veneración del fracaso. El lema 'Fail fast, fail often' (fracasa rápido, fracasa mucho) está asentado firmemente en la mentalidad de los emprendedores que se lanzan a hacer carrera en Silicon Valley. Allí el hecho de haber fracasado antes con una startup o varias es una ventaja para atraer inversores a un nuevo proyecto.
Esta idea del fracaso como camino hacia una meta –que parece calcada de la cita de Winston Churchill “el éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse”– puede encerrar conceptos positivos como la constancia o el afán de superación. Pero tiene también una cara negativa que habitualmente se pasa por alto, como es el efecto psicológico que hace mella en los emprendedores cada vez que fracasan. En Silicon Valley el fracaso se acepta, pero como un paso previo al éxito. ¿Y qué pasa si no llega el éxito?
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