La falta de financiación o de modelo de negocio y el rechazo de los usuarios son algunas de las claves. Pero de los fracasos se aprende, y algunos han lanzando nuevos proyectos
Cuando se lanzaron, los titulares de la prensa solían apostar por un tropo para explicar en qué consistían: “el LinkedIn español”, “el Twitter de voz”... La combinación de red social internacional con el gentilicio patrio funcionaba para explicar con facilidad en qué consistían esos proyectos de comunidades virtuales que buscaban hacerse un hueco en el mercado. Meetizer, Groopify, Bananity, Glass, Keteké… Todas ellas acabaron pereciendo tarde o temprano, a pesar de la inversión, las rondas de financiación o los titulares atractivos. De la última década sobrevive Tuenti, que tanto furor causó entre los jóvenes españoles hace diez años, pero que ahora nada tiene que ver con una red social y se ha convertido en una operadora de telefonía móvil.
Algunas de estas ‘apps’ comparten el mismo problema para no haber conocido el éxito: la falta de un modelo de negocio o de alcanzar el nivel de rentabilidad. Fallaron, es cierto, pero, con el paso del tiempo, se puede echar la vista atrás para reflexionar sobre lo sucedido y analizar los errores. De hecho, sus promotores siguen apostando por proyectos sociales o creen que la filosofía que estaba detrás de su proyecto continúa teniendo sentido.
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