La nueva generación de telefonía móvil tiene efectos colaterales: interfiere en satélites de observación, aumenta el consumo de energía y las emisiones contaminantes y reduce la banda que usa la TDT
El 5G, que comenzará a implantarse en España a partir del próximo año, promete un mundo nuevo: mejores conexiones con capacidades de transferencias de datos más de 10 veces superiores a las actuales y respuesta en milisegundos entre la orden y la ejecución de la misma. No es una mejora solo para los usos personales: la robotización, las ciudades inteligentes, el internet de las cosas, la conducción autónoma o las operaciones remotas, están pendientes de su implantación. Las aplicaciones son enormes. Pero, como en todos los avances, siempre hay víctimas colaterales. Una investigación publicada por Nature advierte de la incidencia de esta tecnología en los satélites que monitorizan el tiempo. Además, el consumo eléctrico y las consecuentes emisiones contaminantes crecerán. El espectro que actualmente ocupa la TDT en España, también se verá afectado.
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