Separados y juntos a la vez, unidos por un móvil, el aparato más íntimo y adictivo. La aplicación Couple.me aspira a ser el centro de la relación afectiva. Ese fue el proyecto de cuatro amigos de la Universidad de Waterloo (Ontario, Canadá). Seis meses después salió a la luz. Lanzaron una primera versión y en enero de 2012 ya se habían trasladado a Mountain View, al corazón de Silicon Valley, en busca de inversores. Tenían tres meses para dar forma a su idea.
Oleg Kostour (Kiev, 1988) no era nuevo en esto de crear aplicaciones. Junto a Anton, Mishael y Aswin, compañeros de clase, hicieron una adaptación para iPad de Autocad, el programa de diseño industrial y cada día más de moda gracias a las impresoras en tres dimensiones. Pero sí era la primera vez que tenían la presión de los inversores. De momento no les han fallado. Couple.me, que se estrena esta semana en español, se ha creado para estar lo más cerca posible de la pareja amada a pesar de la distancia.
El ingeniero, que llegó a Canadá cuando tras la caída del muro contrataron a su padre como profesor universitario, habla en primera persona: “Mi relación, que todavía mantengo, ha mejorado desde entonces. Nos sentimos más cerca”. Escuchar este tipo de afirmaciones trae a la mente la venta de cualquier producto de teletienda en la madrugada o una línea caliente, pero Kostour es todo almíbar.
Saca su teléfono y comienza el despliegue de opciones. Couple.me, aunque se usa en el teléfono (ya sea iPhone o Android), encaja más con un servicio en la nube que con un programa. Podría definirse, en parte, como un WhatsApp para contactar con una sola persona, pero también como una alternativa a Skype. Permite enviar mensajes de texto, fotos, vídeos o hablar y verse en tiempo real. También mandarse mensajes de audio.
Kostour ha pensado todo tipo de opciones, desde el envío de un prefabricado -“estoy pensando en ti”- a proponer escuchar una canción al mismo tiempo. También se puede abrir una especie de pizarra virtual para ver cómo se hace un dibujo en tiempo real. Incluso ha previsto que pueden dibujar, no necesariamente corazones flechados, al mismo tiempo.
Lo que peor lleva de la distancia es la ausencia de contacto físico. Lo palía con thumbkiss o "beso de pulgares”. “Es lo más parecido a tocarse”, explica, “ambos ponemos el dedo en la pantalla y cuando se juntan, el móvil vibra”.
El calendario compartido permite concretar citas o marcar una fecha especial. “Adiós a que se olvide el aniversario”, apostilla. Existe la opción de crear listas. “Es de lo más práctico. Vale para hacer la compra, cosas que llevar a un viaje o crear una lista de deseos con cosas que nos gustaría hacer juntos”, expone este técnico del amor pantalla táctil.
En febrero alcanzaron su primer millón de usuarios; en junio, el millón y medio. Su meta es llegar a diez millones antes de dos años. En la empresa solo son los cuatro fundadores y cinco empleados. No tienen limitaciones de uso o espacio, de hecho se descarga gratis y no hay opción de pago. Hay modelo de negocio, aunque, por variar un poco, quizá algo romántico. Pretenden financiarse con ventas a través del móvil. “Queremos que haya un gran catálogo de regalos, merchandising o tiendas de lujo para realizar envíos personalizados, con embalaje cuidado. En fin, mantener el toque especial que le damos a todo”, explica.
Mientras todo son trinos y cantos celestiales, la aplicaciones es perfecta pero, ¿qué sucede si se termina el amor? El joven no ha dejado nada al azar. “Hay un botón para romper. Cuando se pulsa, se pierde el acceso al contenido. Si ambos están de acuerdo, se puede descargar el contenido”. También contempla la reconciliación: “Tras la disputa reconciliación se puede acceder de nuevo a todo lo compartido”.
Todavía queda una opción. ¿Y si empiezo una nueva relación? Kostour también lo contempla: “Se empieza de cero. Aquí no ha pasado nada. La aplicación sale nueva, sin contenido alguno”. Si se renueva el móvil, se mete la contraseña y aparece de nuevo todo el historial y archivos de la relación.
Otro momento bochornoso que ha procurado evitar se da cuando un amigo toma el móvil. “Mantenemos la privacidad. Las fotos se pueden guardar en el álbum interno, no se pueden compartir. También, como en Snapchat, se pueden programar imágenes que se autodestruyen pasados unos segundos. Y para abrir la aplicación hace falta meter una clave, por si le prestas el teléfono a alguien”, subraya.
Por ahora, parece que convencen. En Silicon Valley considera que tienen más posibilidades. “Me gusta la solidaridad y el estilo de vida de Canadá, pero para los negocios son muy tradicionales. Te piden un plan a tres o cinco años. Aquí el acceso a los grandes fondos es más directo. Te escuchan, apuestan por ti”, proclama. El actor Ashton Kutcher es uno de sus inversores. Quizá también sea un usuario activo, romances no le faltan.
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