No es de agrado para los usuarios de videoconsola tener que pagar una cuota mensual por un servicio de suscripción, teniendo a los de PC como ejemplo. Los que usan el PC para gaming no tienen que pagar por jugar online, y también tienen juegos gratis cada mes a su alcance a través, por ejemplo, de la plataforma Twitch Prime. Aunque, por la sencilla razón de no pagar, seguro que a muchos usuarios les interesa más quedarse sin esos títulos gratis de cada mes, que en contadas ocasiones son de una calidad destacable. Pero hay muchos otros motivos por los que finalmente he vendido mi PlayStation 4.

Las videoconsolas tienen su mercado, evidentemente, y personalmente me sentí parte del mismo durante muchos años. Desde la Sega Master System, concretamente, que fue mi primera videoconsola. Y después llegaría la Nintendo 64, y la Nintendo Game Boy, y luego la versión ‘Color’, y así probablemente con una docena de modelos diferentes. La Game Boy Advance SP pasó por aquí también, y la PlayStation (PS1), para ceder su hueco más adelante a las PlayStation 2 y PlayStation 3. Y la última, la PlayStation 4. Bueno, me había olvidado también de las Wii –original- y Nintendo Switch.

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