Los 'browser hijackers' (cuya traducción literal es 'secuestradores del navegador') son un malware tan antiguo como los mismos navegadores. Aunque no son tan peligrosos como otros programas, lo cierto es que pueden llegar a ralentizar el funcionamiento del ordenador y entorpecer la labor del usuario.
No son programas que roben datos ni estafen, pero sí pueden llevar a páginas que lo hagan, tal y como explican desde Consumer. Camuflados en otros programas, se instalan en los navegadores de equipos que funcionan con Windows, cambian la página de inicio y bombardean con ventanas emergentes de publicidad dudosa, en especial de juego y pornografía. Y en los casos extremos, hasta pueden llegar a falsear las búsquedas que hacemos en Google a su conveniencia.
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