Que los clientes adoren tanto un producto y se nieguen a dejar de usarlo sería, a simple vista, una noticia excelente para toda marca. Pero en algunas ocasiones este idilio desenfrenado es un auténtico infierno para los padres de este producto, que ven cómo una parcela considerable de usuarios se niegan a sacar sus carteras para pagar por lo nuevo y se enrocan cabezonamente en un producto que no reporta ya un sólo céntimo a las arcas de la compañía. Y Microsoft conoce muy de cerca esta paradoja: sus clientes tienen una relación amor-odio con las diferentes versiones de Windows que deja descolocados a los de Redmond.
Los de Steve Ballmer están azuzando el fuelle para animar las ventas de Windows 8, la última versión de la plataforma, que algunos ya tildan de "decepcionantes". Para que nos hagamos una idea, el ratio de adopción de esta nueva versión es inferior al del funesto Windows Vista en los primeros seis meses de vida. Pero este dato, aún siendo malo, no es el peor.
El equipo de Ballmer se desespera al comprobar que los usuarios de una versión antigua de la plataforma se resisten numantinamente a actualizar a la última versión, y no estamos hablando de una edición anterior de Windows, sino de XP, un auténtico dinosaurio en lo que toca a plataformas.
No se trata de cifras marginales en lo que toca a los usuarios que se abrazan con devoción a esta plataforma, sino que en la última medición llevada a cabo por Net Applications, un 37,7% de los ordenadores contaban con XP instalado y en uso, frente a un 38% de abril. La tendencia es a la baja, pero muy lejos del ritmo esperado por Microsoft, que ha tenido que estirar el soporte de esta versión que verá su ocaso, si los usuarios lo permiten, el próximo abril de 2015.
La voluminosa cifra de ordenadores con XP instalados podría ser un motivo de orgullo para sus desarrolladores, pero supone que el equipo de Ballmer deje de ingresar unas jugosas cifras en concepto de actualizaciones. Y han saltado las alarmas.
Windows XP funciona
La primera medida drástica ha consistido en ofrecer a los usuarios la posibilidad de efectuar una actualización insólita: saltar de XP a Windows 8. No se trata de un cambio de versiones convencional, sino de ofrecer al cliente condiciones ventajosas para actualizar a la última edición de Windows saltando dos versiones.
Para entender la magnitud del problema de Microsoft, hay que recordar que Windows XP salió al mercado en agosto de 2001, o lo que es lo mismo, hace más de diez años. Un año en el mundo de la tecnología es mucho tiempo, pero una década es un plazo que rompe todos los planes, por previsores que fueran. Pero, ¿por qué esa fidelidad a prueba de fuego hacia un sistema operativo tan antiguo?
Los expertos lo tienen claro: los usuarios no dejan Windows XP "porque simplemente funciona". Lejos de florituras y mayores sofisticaciones que presentan las versiones actuales, XP ofrece una plataforma sólida y sin sustos, en la que las cosas fluyen con naturalidad. Pero aquí no terminan los problemas para la empresa fundada en su día por Bill Gates: muchos usuarios de XP que deciden abandonar su preciado sistema operativo, reniegan de Windows 8 y optan por Windows 7, tal y como explica Brian T. Gladden, director financiero de Dell.
Sin embargo, hay espacio para la esperanza puesto que como apunta Ed Bott en ZNET, las ventas de licencias de Windows 8 no son tan malas si tenemos en cuenta que el mercado de los ordenadores está en plena recesión, debido al azote de los tablets.
http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2013/06/04/atrapado-por-su-pasado-xp-sigue-siendo-el-40-de-todo-windows-5018/