Pronto se cumplirán seis meses desde que Apple recibiera, el día de Nochebuena, un amargo regalo de Navidad por parte de las autoridades de Países Bajos. Tras una larga y procelosa investigación, la Autoridad de Consumidores y Mercados de los Países Bajos imponía a Apple que permitiera que las apps de citas para iOS incluyeran enlaces a medios de pago externos. Consideraba el regulador que las condiciones impuestas por los de Cupertino no eran razonables y, en consecuencia, pretendía forzar un cambio en este sentido, y con un plazo máximo de tres semanas, a partir de las cuales Apple sería multada.
Apurando el plazo al máximo, supimos que Apple había presentado una propuesta que, eso sí, incluía sus propias condiciones. Sin embargo, no tuvo en cuenta que el regulador contaría con la opinión de la otra parte, es decir, las empresas responsables de los servicios de citas. En consecuencia, solo unas semanas más tarde tuvimos la confirmación de que Apple ya había recibido su primera sanción económica por no responder en tiempo y forma a la exigencia del regulador.
Recordemos que el plazo concedido para realizar los cambios necesarios era el 15 de enero y que, a partir de ese punto, la empresa sería sancionada con cinco millones de euros por semana de incumplimiento, hasta un máximo de diez semanas y cincuenta millones. Lo que no estaba claro es qué ocurriría si, pasadas esas diez semanas, Apple seguía sin adaptarse a lo exigido por el regulador. Y es que nada impedía que tomara medidas adicionales que pudieran resultar aún más onerosas para los de Cupertino.