La compatibilidad de software es un punto importante a valorar en la actualización a un nuevo sistema operativo o en la compra de un equipo nuevo. En entornos profesionales y corporativos la capacidad para ejecutar las aplicaciones usadas ya en la empresa es crítico. En el mercado de consumo, aún sin tanta incidencia como en el profesional, también es un aspecto importante para muchos usuarios.
Windows 10 es un buen sistema en este apartado si tenemos en cuenta los años que han pasado desde el lanzamiento de predecesores como Windows XP. Pensando en ganar usuarios empleando la estrategia de ofrecer la actualización gratuita desde Windows 7 y Windows 8.1, Microsoft se ha esforzado en mantener la compatibilidad del sistema, tanto en hardware con requisitos mínimos similares a Windows 7 (bastante contenidos para el nivel actual) como en software.
El resultado es que la mayor parte del software de Windows 7 también funcionan en Windows 10. Obviamente, no todas, y aquellas programadas para sistemas operativos anteriores como Windows XP, juegos con DRM o aplicaciones más antiguas para Windows 3.1, para DOS o las anteriores de 16 bits, necesitan otros métodos que vamos a repasar para poder ejecutar software antiguo en Windows 10.
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