El exceso de optimismo es la marca con la que inicia hoy su mandato el nuevo presidente de Irán, Hasan Rohani, quien deberá enfrentar los dogmatismos que sustentan la política de su país frente a las intenciones dentro y fuera de la república islámica de que sus líderes dialoguen con Occidente.
Su victoria inesperada en las elecciones presidenciales del 14 de junio se dio por múltiples factores: el descontento social, las divisiones entre conservadores, la unidad opositora y el rechazo al mandatario saliente, Mahmoud Ahmadinejad.
Los compromisos de este clérigo shií de 64 años, que ya una vez se sentó a dialogar siendo jefe negociador con Occidente por el programa nuclear iraní (2003-2005), van de lo económico a lo religioso y hasta lo social, tomando en cuenta que en los ocho años de Ahmadinejad el conservadurismo invadió con exceso la vida de la nación.
La conformación de un gabinete que no destruya su imagen de moderado, que forjó durante la campaña, será el primer reto de quien fuera vicepresidente del Parlamento iraní.
La fórmula luce sencilla de momento: a mayor número de representantes de facciones diferentes (tecnócratas, militares, religioso) mayor será el apoyo que acumulará para acometer las reformas prometidas.
Deberá responder, además, a las demandas de los conservadores (que controlan el Parlamento, la prensa estatal y todos los demás órganos de Gobierno) y sin duda al líder supremo, ayatolá Alí Jamenei, quien toma la última decisión.
Vínculos pasados
Rohani tiene una estrecha relación con el líder supremo Alí Jamenei, a quien conoce desde muchos antes de la revolución islámica de 1979, y esa confianza y habilidad en el trato es la que le permitió ascender consciente de su lealtad.
"Los candidatos para el gabinete mencionados hasta el momento sugieren que su principal preocupación es satisfacer las expectativas de Jamenei en lugar de las demandas reformistas, sobre todo cuando se trata de puestos sensibles", advertía el académico y escritor iraní Mehdi Khalaji, analista del Washington Institute.
"Todo indica que Rohani trata de formar un gabinete de tecnócratas cercanos a Jamenei. Esto puede sugerir que él prefiere trabajar con confidentes del líder supremo para prevenir cualquier tensión interna mientras ejecuta sus planes políticos propios", dice Khalaji.
Las potencias occidentales se encuentran enfrentadas con Irán por su programa de enriquecimiento de uranio, el cual EEUU y los europeos denuncian que tiene objetivos militares, algo que Teherán niega.
Esto le ha generado a Irán sanciones internacionales, entre ellas un embargo petrolero, origen del 60% de sus ingresos, que por su impacto obligan a ir a una mesa de negociaciones.
Rama de olivo
Rohani ha prometido una mayor transparencia en lo que dice es "el programa de enriquecimiento nuclear pacífico de Irán" sin renunciar él.
Jamenei está insistiendo en su rechazo a cualquier compromiso con Occidente que requeriría un revés significativo en la agenda del régimen, por lo que el debate interno puede ser acalorado entre ambas partes
La confianza de diplomáticos y gobiernos sobre el nuevo mandatario viene, además, porque su habilidad negociadora y su relación con los ayatolás permitió en 2003 alcanzar el único acuerdo sobre el programa nuclear en una década.
Como nunca antes, la transición que está viviendo Irán ha suscitado interés en América Latina por el afianzamiento de las relaciones entre Teherán y varios países de la región, sobre todo los vinculados a la ALBA, una forma con la que la teocracia rompió su aislamiento.
Las relaciones con la región serán una prioridad para Rohani, como reveló, tomando en cuenta que con Venezuela, Cuba, Ecuador y Bolivia se potenció un eje antiestadounidense, la interrogante es si se mantendrá la misma retórica de confrontación de Ahmadinejad.
Fuente: http://www.eluniversal.com/internacional/130804/rohani-toma-el-poder-bajo-la-mira-del-lider-supremo-irani