Los ejecutivos de Wall Street recibieron sobresueldos récord en el 2009 | La divergencia de rentas crea unas concentraciones de riqueza sin precedentes | El 65% del crecimiento de la renta desde el 2002 ha ido al bolsillo del 1% que más gana
Quizás tiene que ver con las imágenes de disturbios en Túnez y El Cairo transmitidas en los hoteles mientras consejeros delegados de marcas multinacionales ponen en práctica una tormenta de ideas ('brainstorming') con novelistas de autoayuda espiritual como Paulo Coelho. Pero hay una cosa muy extraña en esta cumbre de 'billonarios' en los Alpes suizos. En el foro Davos 2011, la creciente desigualdad económica a escala mundial empieza a producir inquietud.
En los últimos veinte años, la desigualdad económica se ha disparado en casi todos los países del mundo, y sobre todo en Estados Unidos y en China (entre las escasas excepciones se encuentran Brasil y España, donde la desigualdad ha caído). En Estados Unidos nada menos que el 65 por ciento del crecimiento de la renta registrado desde el 2002 ha ido a parar a los bolsillos del uno por ciento que más gana. Las rentas de la mayoría se estancaron en los años de vacas gordas y ahora tras la crisis caen en picado.
Esta divergencia sin precedentes de las rentas de una minoría y el resto ha creado unas concentraciones de riqueza que no existían desde los años del Gran Gatsby, antes del crac bursátil de 1929. Hace 24 años, al uno por ciento más rico de los norteamericanos le correspondía el 12,3 por ciento de la renta bruta; en el 2007 le correspondía el 23,5 por ciento. Pasa lo mismo a escala mundial. Según un informe de Credit Suisse, ya hay 24 millones de ricos en el mundo: 81.000 tienen un patrimonio superior a 50 millones de dólares, y hay un millar de billonarios, individuos que tienen una riqueza mayor de 1.000 millones de dólares.
Por eso, los vips que pululan entre las pistas de esquí en Davos, tecleando en sus iPad, son mucho más ricos, en relación con el resto del mundo, que hace 41 años, cuando el empresario suizo Klaus Schwab fundó el Foro Económico Mundial.
Algunos pensaban que el crac bursátil del 2008 y la crisis económica posterior podría tener el mismo efecto que en los años treinta, cuando el new deal abrió un periodo de cuarenta años de igualdad creciente. Pero la realidad ha sido justo lo contrario. Mientras caen los salarios de la mayoría, los ejecutivos de los bancos de Wall Street y los consejeros delegados de todas las empresas grandes del Fortune 500 recibieron sobresueldos récord en el 2009, según Hay Group y The Wall Street Journal. Los 25 gestores de los fondos especulativos –hedge funds– más importantes cobraron 1.000 millones por persona en el 2009.
Esta concentración de riqueza entre los integrantes de una élite empresarial “ya no es sólo un problema político o moral, sino también económico”, dijo Fareed Zakaria, el director de Newsweek, en Davos. “Es un problema económico porque si todos los beneficios del crecimiento van a los más ricos, invertirán el dinero en mercados como la bolsa o el inmobiliario; y esto crea burbujas; en cambio, si la riqueza se reparte, estimula el consumo y el crecimiento de la economía real”, explica. “La desigualdad es el reto más grave al que tenemos que hacer frente; va en paralelo con las subidas de la bolsa, y no sólo en Occidente, sino también en Rusia, India, China y Latinoamérica”, añade Zhou Min, el economista chino director del FMI. Para los ricos en Davos, las fabulosas remuneraciones son la consecuencia inevitable de las últimas tendencias meritocráticas del capitalismo globalizado. A diferencia de los viejos ricos de los tiempos de Scott Fitzgerald, el 60 por ciento de los multimillonarios de hoy son asalariados. No han heredado sus fortunas –sostiene–, sino que las han ganado gracias a sus propios méritos (y a la generosidad de los comités de remuneración de los consejos empresariales). Lloyd Blankfein, el presidente multimillonario de Goldman Sachs, suele dejar caer que es hijo de un empleado de banca.
De ahí los argumentos esgrimidos esta semana en un informe de The Economist que resultó un bálsamo para la crisis de conciencia de los ejecutivos en Davos. En una economía globalizada, “conforme la tecnología avanza, la inteligencia se premia más”. Bob Diamond, el nuevo consejero delegado estadounidense del banco británico Barclays, que cobrará 1,5 millones de euros, más casi diez millones en sobresueldos, reivindicó el derecho de pagar a sus ejecutivos y operadores lo que sea necesario para “tener el mejor talento”.
De modo que, a la vez que se lamenta la desigualdad, Davos lo achaca a “leyes naturales” del mercado. “La desigualdad es algo que hay que tomar en serio”, dijo Martin Sorrell, consejero delegado de la multinacional de publicidad WPP, que cobró unos 25 millones de euros en el 2009. Muchos coinciden con él en Davos. Pero nadie propuso los viejos remedios: impuestos y sindicatos. Barack Obama fue acusado de “demonizar” a los empresarios por su defensa de mayores impuestos sobre las rentas altas. Steve Schwarzman, otro habitual de Davos, consejero delegado multimillonario del fondo global Blackstone, comparó en el 2009 a Obama con Hitler, cuando el presidente propuso subir impuestos sobre las rentas de los gestores de los 'hedge funds'.
“Hay un discurso peculiar en este Davos”, dijo Damon Silver, economista del sindicato AFLCIO que asistía al foro. “Abordan el tema de la desigualdad, pero luego piden menos protección de empleo, menos sindicatos, y menos regulación en Wall Street”. Por si todo esto fuera poco, la remuneración astronómica para ejecutivos no parece beneficiar ni a las empresas. Dan Ariely, el economista psicólogo de la Universidad Duke, ha comprobado en sus experimentos sobre incentivos y motivación que “los sobresueldos elevados no mejoran el rendimiento; los accionistas deberían cortarlos”.
La cotización del talento
La tendencia a sacar mayor rentabilidad del talento –sostiene Malcolm Gladwell en uno de sus artículos en New Yorker– se inició en los años sesenta en el béisbol cuando el abogado Marvin Miller se dio cuenta de que los jugadores estrella podían ganar mucho más si negociaban individualmente con sus clubs. Luego pasó con otras estrellas del mundo de la cultura y el entretenimiento. William Safire, el escritor, negoció un contrato millonario con su editorial. George Lucas cobró millones a Hollywood por su taquillera película La guerra de las galaxias. Y luego pasó algo muy parecido con grupos de abogados corporativos y banqueros de inversiones, profesiones “algo aburridas” hasta los años ochenta y la desregulación.
FUENTE :http://www.lavanguardia.es/vida/20110131/54108744267/los-sobresueldos-de-una-nueva-elite-producen-inquietud-en-davos.html