A medida que crecen las tensiones en Ucrania, se intensifican las amenazas retóricas y se realizan ejercicios y despliegues militares, una pregunta se ha vuelto inevitable: ¿Qué tan posible es que el conflicto en el este de Europa se convierta en una guerra?
Unos 40.000 soldados rusos se encuentran en la frontera con Ucrania. Moscú ordenó nuevos ejercicios militares. Y su ministro de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, advirtió que responderá si sus intereses en Ucrania son atacados.
Estados Unidos también comenzó ejercicios militares en la zona. Envió ayuda militar no letal a Ucrania y aumentó su cooperación militar con Polonia y los países del Báltico. Allá, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) también desplegó barcos para aumentar la seguridad marítima.
Eso sin contar la crisis diplomática. Tanto Rusia como Estados Unidos se culpan el uno al otro de no implementar el acuerdo alcanzado la semana pasada en Ginebra para reducir las hostilidades, lo que es un golpe a la posibilidad de que la crisis pueda ser resuelta a través del diálogo.
Entonces, bajo estas circunstancias, ¿es inevitable una guerra?
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La respuesta es no, aunque como explica el corresponsal diplomático de la BBC, Jonathan Marcus, los elementos para un conflicto están más que presentes.
Marcus agrega, sin embargo, que es necesaria una aclaración: Puede que una guerra como tal no sea inevitable, pero sí hay una posibilidad preocupante de que se desencadenen enfrentamientos. Los indicios, además, no son positivos.
Opciones rusas
Las tensiones en la zona continúan creciendo.
"En este asunto nada es pulcro. Y las escaramuzas esporádicas y desorganizadas que han ocurrido en el este de Ucrania entre las fuerzas del gobierno y hombres armados prorrusos pueden ser un preludio a lo que está por venir", cuenta.
Una de las opciones es que Rusia organice un ataque a gran escala. Moscú ciertamente tiene suficientes soldados y suministros para lanzar una ofensiva en el este de Ucrania.
De hacerlo, se puede esperar un resistencia significativa de Kiev y las fuerzas rusas podrían verse presionadas hasta el punto de tener que enviar más soldados (quizás menos preparados) para asegurar sus avances.
El otro lado del espectro es que la situación continúe más o menos como está ahora: el despliegue de grupos prorrusos en lugares específicos de Ucrania, disputas esporádicas en edificios y puestos de carretera y, como cree la OTAN, fuerzas especiales rusas en el terreno para ayudar a orquestar los eventos.
La idea de esto sería mantener un sentido de caos, de la inhabilidad del gobierno de Kiev para controlar su propio territorio. El peligro, sin embargo, es que los eventos puedan precipitar una crisis que lleve a una mayor participación rusa.
Una tercera opción, quizás la intermedia, es una intervención limitada de Moscú para "proteger a los habitantes de habla rusa" en un área determinada. El Kremlin insiste en que tiene los fundamentos necesarios en el derecho internacional para hacer algo así, aunque es difícil no pensar que esto generaría una reacción ucraniana. El riesgo, de nuevo, es que aumenten las hostilidades.
El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, dijo que Washington está "liderando el show".
Respuesta de Occidente
La respuesta de Estados Unidos y Europa dependerá, en gran medida, de cómo se puedan desarrollar estas opciones en el terreno.
Washington ha reiterado una y otra vez que no considera que haya una solución militar a la crisis y ha puesto sus esperanzas públicas en dos canastas: buscar algún tipo de solución negociada para reducir las tensiones y amenazar con más sanciones al gobierno ruso.
Esas amenazas, como explica el corresponsal de BBC Mundo en Washington, Thomas Sparrow, se han vuelto tan comunes en la administración Obama que recientemente el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, mencionó la palabra "costos" 43 veces para referirse a Rusia en una rueda de prensa de 55 minutos.
El problema, explica Sparrow, es que las dos canastas están frágiles: la posibilidad de una solución negociada sufrió un golpe serio por cuenta de las acusaciones de los últimos días entre Moscú y Washington, mientras las sanciones -aunque sí han debilitado la economía rusa- todavía no logran el cometido de hacer que el Kremlin cambie de rumbo.
Quizás por eso, Occidente ahora está aumentando su presencia militar y tratando de fortalecer el rol de la OTAN como garante de la seguridad regional. No necesariamente quiere una guerra, pero sí quiere fortalecer su mensaje a Moscú de que no está satisfecho con la situación.
El secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, criticó fuertemente a Rusia el jueves.
Así mismo, busca prepararse en caso de que las tensiones se agraven y asegurar a algunos vecinos nerviosos de Ucrania de que cuentan con apoyo militar.
Por ahora, la crisis parece haber entrado en una fase en que Rusia, Ucrania y Occidente están contemplando sus posibilidades ante una eventual escalada.
Es una etapa que viene con más preguntas que respuestas: ¿Realmente quiere Rusia incorporar partes del este de Ucrania como hizo con Crimea? ¿Se arriesgará Moscú a sufrir más daños económicos si decide intervenir?
Y en cuanto a Occidente, ¿se ha equivocado en sus cálculos de lo que realmente puede soportar el Kremlin para asegurar sus intereses? ¿Y hasta dónde está dispuesto a llegar para disuadir a Moscú?
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/04/140425_ucrania_guerra_inevitable_rusia_eeuu_tsb.shtml