Hasta ahora sabíamos que cualquier memoria USB que conectemos a nuestro orfenador, incluso las que están completamente borradas, pueden contener malwares, tal y como demostró BadUSB, que lo ocultaba en el firmware del pendrive. Ahora llega el momento de desconfiar de los cables USB.
Se trata de cables USB que a simple vista pueden parecer normales y corrientes pero que en su interior esconden un pequeño control Bluetooth capaz de liberar una carga de datos en el equipo o dispositivo donde se conecta.
El Grupo de Investigación RFID ha diseñado un cable equipado con BadUSB, para así lograr insertar un malware en él. Por fuera es un cable normal, pero por dentro, justo en la terminación del cable, hay una pequeña unidad Bluetooth que espera la orden de liberar su contenido, el malware.
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