¿Dónde está mi agua? recuerda a algunos de los juegos más exitosos para dispositivos móviles como Cut the rope o Angry Birds en dos de las características que han hecho que lideren las clasificaciones de descargas: es sencillo y adictivo.
El juego, creado por Disney, ha conseguido colocase entre los más destacados de la App Store. Para ello han utilizado un personaje nuevo, Swampy, un cocodrilo que vive en las alcantarillas, pero que no soporta la suciedad de las mismas.
El papel de los jugadores es hacer que Swampy pueda darse una ducha con agua limpia. Para hacerlo, hay que excavar en el subsuelo, de modo que el agua llegue a las cañerías del baño del cocodrilo.
Lo cierto es que el líquido no se comporta completamente como el agua, sino como una sustancia más viscosa. Aún así, es sencillo acostumbrarse a la sustancia y predecir cómo va a reaccionar al caer o desplazarse.
De hecho, la sencillez y la adicción van de la mano: el título es muy intuitivo y la curva de dificultad está muy cuidada, por lo que los niveles se van superando con facilidad, pero también exigen cierto trabajo. Además, cada vez hay más elementos con los que interactuar: interruptores, plantas que absorben el agua, bombas o líquidos corrosivos.
Además, en algunos niveles se pueden encontrar objetos secretos que desbloquean nuevas pantallas en las que hay que utilizar el giroscopio del teléfono para mover el agua, lo que da cierta variedad.
El punto negativo es su duración. A pesar de que 80 pantallas podrían parecer suficientes, lo cierto es que es posible superarlas en apenas dos horas. Sin embargo, se van a añadir nuevos niveles.
Por otro lado, también es criticable el hecho de que el juego sólo esté disponible para dispositivos iOS. Puede ser más normal que estudios más pequeños se limiten a desarrollar sus títulos para una sola plataforma, pero resulta bastante incomprensible que compañías del tamaño de Disney no apuesten al menos por Android que, no lo olvidemos, es el sistema operativo más utilizado en muchos países.
FUENTE :http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/mundoplayer/2011/10/02/un-cocodrilo-diferente.html