A algunos les sucede con relativa frecuencia: deciden llevarse el tablet al baño o al dormitorio para seguir viendo ese vídeo o leer el periódico, cuando de repente la velocidad de navegación se reduce niveles exasperantes. Uno echa un ojo al nivel de cobertura del wifi y pronto encuentra el problema: apenas una rayita de nada que no permite ni abrir la página. Y lo peor del asunto es que la casa tampoco es tan grande ¿qué es posible que esté sucediendo?
Son varios los elementos que pueden estar provocando una reducción en la transmisión de datos inalámbrica, y tendemos a culpar inicialmente al mal rendimiento del router o bien a las dimensiones de la casa, que por una vez nos parecen excesivas. Sin embargo, en buena parte de las ocasiones, la simple ubicación del enrutador marca la diferencia entre poder acceder a internet en condiciones, o bien hacerlo de mala manera o directamente no navegar.
El operador estadounidense Comcast debía de estar harto de comprobar cómo los técnicos del call-center perdían interminables horas al teléfono intentando solucionar las llamadas que protestaban por la débil señal wifi en la casa de sus clientes, y al final determinaron que el router estaba muy mal ubicado en buena parte de los casos.
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