Las empresas se ven bombardeadas con un sinfín de razones para desplegar sus aplicaciones empresariales en la nube. Eficiencia, flexibilidad, ahorros de coste, agilidad – y la lista sigue – son tan solo unos pocos beneficios a los que se refieren los defensores del Cloud Computing.
Y los analistas como Gartner creen que dichos beneficios llevarán a que el gasto en servicios cloud alcance los 210.000 millones de dólares en 20161.
Por lo tanto y según dicen, el futuro del Cloud Computing es brillante. Desgraciadamente, esta afirmación no representa todo el panorama que tiene impacto en la adopción de la nube a nivel de la empresa. Destacadas interrupciones en varios proveedores cloud han llevado a algunos a preguntarse si la nube es o no es lo suficientemente fiable como para confiarle “importantes” aplicaciones. El argumento típico dice algo así como: “Internet es estupendo, pero no ha sido diseñado para un uso empresarial. Tengo que tener cuidado a la hora de elegir qué tipo de aplicaciones llevo a la nube pública. En otras palabras, no pasa nada si se interrumpe el servicio de correo electrónico durante unas horas, pero no podríamos aguantar una larga interrupción si no se pudiera acceder al portal de nuestro proveedor”.
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