Hace 2 años Google ponía encima de la mesa el reloj de vida del cifrado SHA-1 demostrando su debilidad mediante un ataque por colisión (Entendemos colisión por dos flujos de datos distintos que comparten un mismo hash).
La semana pasada, mediante el estudio del ataque por colisión con prefijo elegido, se consiguió bajar aun más la complejidad que, en estos momentos, oscila entre 2^66,9 y 2^69,4. Para tener un baremo sobre el que trabajar, en 1995 se calculó que harían falta 2^80 combinaciones de media para llevar a cabo un ataque por fuerza bruta que buscase colisiones en prefijos idénticos, lo que sería muy laborioso, computacionalmente hablando, y menos práctico para un atacante ya que es el propio algoritmo el que decide los mensajes donde se encuentra la colisión.
Esta nueva técnica permite llevar a cabo ataques por colisión con unas premisas personalizadas, dejando atrás las colisiones «accidentales», lo que abre una nueva puerta a los atacantes para que puedan tener el control de los archivos que deseen duplicar o crear. Esto significa que un atacante podría falsificar cualquier fichero cifrado mediante SHA-1.
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