Vivimos tiempos en los que la tecnología y la política se cruzan más de lo que quizá a muchos les resulta cómodo. Está claro que las nuevas armas que se emplean en la guerra ya no son de fuego, sino que son más difíciles de ver venir, de detectar y de combatir. Nos referimos a las ciberarmas, desde malware que espía las acciones que se llevan a cabo en un ordenador a emails fraudulentos que engañan a sus víctimas.
En Xataka han publicado un extenso artículo sobre el escándalo de las elecciones presidenciales de EE.UU., donde se detalla con profusión el caso del hack a los servidores de correo del Comité Nacional Demócrata (DNC), de su filtración a WikiLeaks. Nosotros, por nuestra parte, queremos profundizar en cómo se hizo el ataque y por qué la mala seguridad del comité fue una pieza clave.
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