El gran público se ha acercado al acelerador de partículas en los últimos años a medida que ha llegado información de la actividad de los que están repartidos por el planeta. Especialmente el Gran Colisionador de Hadrones, el mayor proyecto de investigación del planeta respaldado por la Organización Europea para la Investigación Nuclear, también conocido como CERN.
Proyecto multimillonario en el que trabajan 2.100 físicos de 80 países pero con objetivos monumentales, como dar respuesta a las grandes preguntas sobre nuestra existencia, “cazar la partícula de Dios’ y conocer con precisión la formación de la materia y el Universo. También otros que se espera tengan resultados prácticos en el futuro de múltiples campos, desde medicina a la electrónica.
Ya sabes cómo funcionan. Se utilizan campos electromagnéticos para acelerar partículas y hacerlas chocar con otras para generar nuevas en un entorno controlado (en formato lineal o circular).
Más allá de los proyectos de investigación, hace tiempo te ofrecimos algunos datos sorprendentes del LHC y hoy recuperamos una curiosidad: qué pasaría si un humano mete la cabeza en un acelerador de partículas en plena actividad.
Aunque podría parecer la ejecución de un supervillano en el universo del cómic, ya sabemos lo que pasaría porque alguien ya metió su cabeza en un acelerador. La extraña historia comienza el 13 de julio 1978 cuando el científico ruso Anatoli Petrovich Bugorski estaba trabajando en el Synchrotron T-70, un acelerador de partículas ruso.
Bugorski estaba manejando un problema en los equipos cuando accidentalmente pasó la cabeza a través de un haz de protones a alta velocidad. No sintió ningún dolor observando en una fracción de segundo un destello de luz que describió como “más brillante que mil soles”.
El daño estaba hecho. Para entenderlo hay que hablar de una unidad de medida de energía absorbida de radiación ionizante llamada gray (Gy). Equivale a la absorción de 1 julio de radiación por 1 kilogramo de materia y se puede sufrir en el espacio por nuestros astronautas. 5 grays son suficientes para matar a una persona, lo que sucedería generalmente a los 14 días de la exposición. El rayo que pasó por la cabeza de Bugorski se calculó en 2.000 Gy, lo que debería haber hecho un agujero en su cara como una pistola láser en una peli de ciencia ficción.
No fue así y Bugorski aún sigue vivo aunque con secuelas. Perdió la audición de su oído izquierdo, comenzó a experimentar convulsiones, y la mitad de su rostro se paralizó. Sorprendentemente, ninguno de ellos le impidió obtener su doctorado.
Uno de los descubrimientos más extraños deducidas a partir del incidente es que los haces de protones podrían prevenir las arrugas de la piel ya que la mitad de la cara del científico la que se llevó la peor parte, no ha envejecido ni un solo día desde entonces. Curioso, pero no hagas la prueba…
http://www.muycomputer.com/2016/04/20/acelerador-de-particulas